Un hecho tan relevante como que un bien cultural sea declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad exige poner al día no pocos usos y costumbres del mismo, sobre todo por lo que supone de subir un escalón y alcanzar una mayoría de edad cultural de primer orden. Esta es una de las conclusiones que se pueden extraer de la tormenta de ideas que se plantearon en la segunda y última sesión de las «Converses a la Nau» que organiza la Associació d´Estudis Fallers y que las dedicó en esta ocasión a las consecuencias de lo sucedido en Etiopía hace dos semanas.

Aunque si hubo un apunte a tener en cuenta fue el que hizo Vicent Borrego, vicepresidente de Na Jordana y miembro de la asociación, quien recordó que, teniendo en cuenta los criterios de la Unesco, «debemos a empezar a pensar en lo inconveniente de las críticas racistas y homófobas en las fallas. Aunque sean recursos que, en su momento, hayan dado premios o hayan sido importantes. Además, porque nuestra sociedad, la fallera, no es precisamente ni homófoba ni racista». La cuestión no es baladí porque la Unesco, precisamente, incide mucho en la integración entre pueblos y razas.

El presidente Ramón Estellés „uno de los falleros más prestigiados últimamente en el mapa de la fiesta„ abogó por la necesidad de «solucionar el problema de los directivos, esas personas que no cobran, que les cuesta dinero y que están en una situación de responsabilidad, tanto él como los directivos, bastante importante. Se hace necesario que haya una formación de los gestores de la fiesta. Y lo mismo sucede con los artistas falleros, que están sometidos a unas exigencias fiscales que llevan a la necesidad de muchos replanteamientos. El artista romántico que no sabe ser empresario está en extinción. Tienen que cambiar las visiones en ese sentido.Estamos viendo que cada vez tienen más presión, que el dinero negro tiende a desaparecer y tenemos que plantearnos la necesidad de entender que los gastos son cada vez más y los ingresos que reciben no crecen». Y en el aspecto social también recordó la necesidad de que interiorizar la importancia del hecho en las comisiones para revertirlo en la falla. «No sé si servirá la declaración como Patrimonio Inmaterial. Si no nos lo creemos, acabará siendo un éxito institucional, pero no mucho más».

Museo Fallero o Historia

La situación de los artistas falleros es, desde el principio, uno de los debates más complicados. Uno de ellos, Jordi Palanca „posiblemente, el próximo maestro mayor del Gremio„ pidió aprovechar el momento para solucionar una profesión que «si no se cambia la situación actual, no tiene futuro. No puede continuar con talleres que se endeudan, que no tienen asegurados a los trabajadores, que evaden impuestos... tenemos un problema económico muy grande y la solución pasa por proteger a los que actúan de forma totalmente a la inversa. Más allá de estar o no agremiados. Lo que hay que hacer es regularizar el sector. Si no, veremos eso: artistas que venden la casa para seguir trabajando, artistas de renombre que no pueden firmar porque Hacienda está detrás de ellos... si no se encuentra una solución, el Museo Fallero acabará siendo Museo de Historia». Estellés le apuntó la posibilidad de que se pudieran encontrar ayudas económicas por realizar el trabajo que hacen, al ser un bien ahora protegido.

Consuelo Matamoros, jefa de servicio de Patrimonio Cultural y una de las «culpables» de que el expediente saliera adelante apuntó que mantener la condición de Patrimonio es fácil porque las medidas son sencillas de cumplir. Es mantener lo que se está haciendo» aunque, como dato curioso, afirmó que «el logotipo de Patrimonio Inmaterial no lo puede utilizar cualquiera. Hay que pedir todo tipo de permisos».

El colectivo Falles Populars i Combatives intervino con Mar Estrela, quien apuntó hacia la filosofía de este colectivo, soñando con que la declaración permitiera recuperar el carácter popular y aceptar otras formas de asociacionismo que no sean Junta Central Fallera y comisiones, regresando a lo que fue lo primigenio en la fiesta: la unión libre de vecinos».