Conforme pasan los años, el transcurrir de la vida va despidiendo a aquellas que ocuparon el trono de la fiesta en sus primeras décadas. Margarita Casanova fue enterrada ayer, a los 86 años de edad, 67 después de haber presidido unos festejos todavía dominados por la carestía, el estraperlo y Regino Mas. Forma parte de la que ahora es cuarta generación hacia atrás del, posiblemente, apellido más emblemático de la ciudad. Algo que se reflejó en la fiesta fallera de antaño: cinco Casanovas, incluyéndola a ella, reinaron en la fiesta. Margarita era hija de Manuel Casanova Bonora, la rama que estableció las emblemáticas Industrias Aceiteras Casanova. Los dos hermanos, ella y Eduardo, y sus descendientes son los que comparten la propiedad de la emblemática finca Campo Aníbal.

Durante su año de fallera mayor se «ennovió» y muy poco después de dejar el cargo contrajo matrimonio con Antonio Noguera y Jimenez de Cisneros, de la familia de los propietarios del Banco de Valencia. Su cuñada Victoria sería la fallera mayor que le sucedería en el cargo.

Margarita enviudo relativamente joven, pero todavía pudo compartir con su marido la pasión por la caza y los safaris. Comentaba que debió ser la primera mujer blanca vista en no pocos poblados del África más profunda. Tuvieron dos hijos, también Margarita y Antonio, y sufrió el dolor de ver morir prematuramente a la primera.

Tras enviudar llevó una vida independiente y se vinculó aún más al Opus Dei. Vivió en una casa de la calle Taquígrafo Martí pasando a residir hasta el final de su vida en la Alameda. m. domínguez valencia