Celebración y felicidad pero sin caer en la autocomplacencia. Satisfacción por lo logrado, pero consciencia de que quedan muchos retos para el futuro. Ese fue el espíritu de la ceremonia de entrega del premio Importante de Levante-EMV de noviembre de 2016. En esta ocasión, el premio material no pudo ir a parar a algo más inmaterial. No fue para una persona ni para una institución, sino para muchas a la vez. El premio fue a un espíritu y una forma de vivir. Aunque fuera una persona, lógicamente, quien lo recibiera físicamente: las Fallas de Valencia.

Y una selección importante de las partes de ese gran todo acudieron a la sede de Levante-EMV para ser partícipes de este inconmensurable éxito. El gran acontecimiento de noviembre aunque, como expresó el director, Julio Monreal, «por poco no es un premio para diciembre» recordando que la Unesco aprobó la candidatura a última hora de las deliberaciones del 30 de noviembre.

Julio Monreal reconoció que, a la hora de seleccionar el ganador de dicho mes «no hubo mucho debate. Las candidaturas palidecieron ante este acontecimiento del que, posiblemente, no seamos conscientes todavía de la importancia que tiene. Las Fallas, que son una organización cívica modélica, reciben ahora su reconocimiento, que supone también acometer el reto de cambiar lo que haya que cambiar para que la fiesta cada vez sea más grande».

Representantes de los diferentes vectores de la fiesta acudieron al evento, pero el galardón fue a parar a las manos de la fallera mayor de Valencia, Raquel Alario, quien no dudó en reconocer que su reinado es, por todo esto, histórico. «He tenido la suerte de vivir este acontecimiento en primera persona. Nos engrandece y confío que ayude a que nos conozcan más en todo el mundo. Es un premio de todos». El galardón pasará a la vitrina de la sede fallera, donde compartirá sitio con otro «Importante», el concedido en marzo de 2014 a la propia JCF por su 75 aniversario.

El edil de Cultura Festiva, Pere Fuset, subrayó que «es un éxito colectivo, de esa particular ´pinya´ que son las fallas, que con el reconocimiento de la Unesco ha conseguido la ´Q´ de Calidad, el ISO, la excelencia, pero también la responsabilidad de compartirlo a partir de ahora con toda la humanidad. El reconocimiento es para nuestros hijos y para nuestros nietos y pasa también por asimilarlo. Saber que ahora debemos ser valientes para acometer los retos» y agradeció el premio Importante «y la labor de difusión de la fiesta» del periódico.

Estuvieron presentes representantes de todos los grupos políticos del ayuntamiento, dentro de ese mérito coral. Especial protagonismo tuvo el popular Félix Crespo, pues bajo suyo mandato en la concejalía empezó el expediente, pero destacó especialmente esa condición de acuerdo de todos «y especialmente aquel mes de enero de 2011, en que hubo un triple acuerdo unánime para poner en marcha la candidatura: el pleno de la Junta Central Fallera, la asamblea de presidentes y el pleno del Ayuntamiento».

No olvidó la anécdota de, cuando planteó la idea a la entonces alcaldesa Rita Barberá «ni acabó de leer el primer expediente. Dijo ´¿A quien hay que llamar?´. Es un orgullo que refuerza a todos los falleros que abren cada tarde el casal». Pero a la vez, recordando lo que tiene que venir, apuntó que «este reconocimiento no es un cheque en blanco, pero sí que es una forma de poder enseñar en tu propia ciudad la importancia de lo que se hace. Confío que esto empiece a racionalizar la relación mal llamada «entre falleros y vecinos».

Por ahí anduvo la idea de la representante del PSPV, Anaïs Menguzatto: «sumemos a los que no son falleros porque es un premio a los que celebramos y gustamos de la fiesta, sean o no falleros» y con un matiz: recordar también «a las poblaciones, porque la candidatura era de todos los lugares en los que se celebran las fallas. Yo he vivido en Gandia y se disfruta con la misma pasión». O Jordi Peris, de València en Comú, que apeló a «incorporar la innovación y resolver los desafíos. Ahora nos van a mirar mucho más. Es uno de los reconocimientos más importantes que puede recibir una ciudad. Espero que sirva para que los falleros y el resto de la ciudadanía que no lo es puedan verse de una forma diferente».

Del éxito al «éxitus» van muy pocas letras y un mundo. Y en la fiesta hay agentes que albergan cierto escepticismo porque su presente no es halagüeño. Sobre todo, los artistas falleros, cuyo maestro mayor, José Ramón Espuig, fue contundente: «estamos cayendo poco a poco y si no se encuentran soluciones, el final va a ser muy trágico». Dicho de otra forma, «estamos en las últimas. Con los talleres cerrando, incapaces de poder soportar las cargas y la falta de recursos». Lo mismo que la pirotecnia, porque la vicepresidenta de Piroval, Reyes Martí, que empezó diciendo que «¿tocados?. No: tocados y hundidos», a la vez que reconocía que «yo soy fallera y me pongo en la piel del fallero cuando te dice que no puede contratarte tantos disparos como quisiera. Yo empecé a disparar en Valencia para comisiones justo cuando empezaba la crisis y he visto en primera línea el declive.

Hacen falta soluciones» sin olvidar los problemas: «las inspecciones que te hacen y, sobre todo, los ´satélites´, aquellos que se presentan como pirotécnicos sin serlo». Incluso un sector tan especial como el de la seda, cuyo colegio estuvo representado por el presidente Vicente Genovés, tampoco pintó un panorama optimista: «no es fácil mantener las seis o siete empresas que todavía hacen nuestra seda. Estos años hemos observado mucho crecimiento en la demanda no de material nuevo, sino de arreglos. Por no hablar de la importación que se vende como seda valenciana».

La pelota está en el tejado y es responsabilidad de todos. El portavoz de Ciudadanos, Fernando Giner, ya puso sobre la mesa el plan de reactivación de la Ciudad del Artista Fallero como espacio multidisciplinar «que, por ejemplo, a Ford le hizo triunfar. La voluntad está y los políticos somos personas de palabra. Si un proyecto supera una legislatura, pero lo supera dando pasos, es porque es importante y va a salir adelante. Los artistas son una prioridad, y especialmente en un espacio que es cada vez menos una ciudad artesana y más un polígono. Debemos revertir esa situación».

«Una escuela de convivencia»

Que se lo digan a la sociedad civil fallera, que sufraga gran parte de la fiesta con el dinero de las economías domésticas. El presidente de la Federación de Especial, Rafael Ferraro, quien se quejaba de que «conseguimos un reconocimiento sensacional, demostramos que somos una escuela de convivencia y los mayores problemas están en casa. Conflictos todos los días y cada día más. Visitas de la policía y falta de comprensión. Algo que deberían entender las asociaciones de vecinos».

Lo mismo decía el colectivo de Primera A. «Al motor de las fallas hay que ponerle gasolina porque las comisiones le ponen todo lo que tienen, pero cada vez cuesta más arrancarlo. Si no tenemos la economía más saneada, tenemos un problema grande, porque el motor puede acabar por pararse».

Apuntaba el presidente de la Interagrupación, Jesús Hernández Motes la necesidad de apoyo de «la Generalitat, que tiene que ser consciente de que las fallas merecen unas ayudas que no tienen. «Los falleros tenemos cada vez más gastos y, aunque queramos, no podemos dar más a los artistas y el oficio se está muriendo. Ideas existen y se han expresado en los estamentos convenientes».

Fue un debate para la reflexión y las ideas. La Federación de Sociedades Musicales, que estuvo representad por Lourdes Chilet, también hablaba de la necesidd de «proteger nuestra música» y apelaba al proyecto que se está ultimando: un convenio con la Junta Central Fallera «para sacar del olvido un extenso repertorio de obras. Tenemos mucho trabajo por delante» de la misma manera que Gil Manuel Hernández, de la Associació d'Estudis Fallers „y redactor del expediente de la Unesco„ recordaba la necesidad de elaborar el Plan Estratégico «con datos verdaderos, con el impacto económico, social, medioambiental... pero el reconocimiento debe servir para la autocrítica. Sólo sabiendo la realidad de la fiesta seremos capaces de evolucionar y actualizarnos. Tenemos por delante un postgrado apasionante».

«Más allá de reclamar nuestro espacio y nuestra importancia, que también, la designación como Patrimonio Inmaterial, que se reconoce en este premio de Levante-EMV, también nos debe servir para algo más. No nos quedemos mirándonos el ombligo. Dar pena no es sexy. Sobre todo, sepamos gestionar este éxito con cabeza para que un antes y un después» remató Pere Fuset como colofón a una acto en el que primó el sentido común en sabio maridaje con la satisfacción.