Aunque Arcaf es un acrónimo que dice ser una asociación para la recuperación y conservación de arte fallero, la cuestión es mucho más sencilla: es un arca y fallera. Porque si en el Noé se salvaron todas las especies, en ésta se recuperan no ya del olvido, sino de la destrucción masiva, algunas de las joyas más importantes de la historia reciente de la fiesta. Hasta ayer no era más que la inquietud de un coleccionista y aficionado acérrimo de las fallas, Nico Garcés. Pero con su puesta de largo ya se oficializa lo que no se vislumbraba más que en fotos de redes sociales: una tarea de recuperación de ninots, maquetas, llibrets, fotografías y otros materiales de valor incalculable.

Ayer, por ejemplo, se inauguró una sala-habitación, porque el «museo» no es tal, sino un piso particular reconvertido, con tres figuras salvadas del fuego de las pasadas fiestas y donadas por las comisiones de L'Antiga de Campanar (el joker), Maestro Gozalbo-Conde Altea (los niños y la habitación tenebrosa) y Alta-Santo Tomás (retrato de Sento Bayarri y Javier Tejero). Tres joyas que captaron la atención durante la semana de fallas y que jamás habrían alcanzado el indulto porque el voto popular va por otros derroteros.

En la sede están algunas de las obras más importantes de la historia reciente: las maquetas de las mejores fallas plantadas en Nou Campanar y Convento Jerusalén por Pedro Santaeulalia y Paco López Albert. Que se han salvado o de la destrucción o de ser vendidas por piezas para otros artistas. Todo negociado y pagado por el propio Garcés. «Estas piezas se habrían perdido irremediablemente, como ha pasado con tantas otras». Hay algunas que incluso se están restaurando, como la maqueta de «El Encantamiento» con la que ganó Paco López Albert en 2000, que fue encontrada en una planta baja, casi destruida. También está la maqueta casi completa (falta tan sólo una figura) de la considerada falla más importante de la historia: la dedicada a la Copa del América de 2007 en Nou Campanar. Ahí resurgen aquellos personajes que representaban a los diferentes países que participaron en la regata.

Todo el patrimonio acumulado ha sido sufragado por el propio Garcés. «Cada uno tiene una afición o una pasión. La mía son las fallas». Entre los tesoros acumulados también hay maquetas históricas. Por ejemplo, la de la falla de Convento Jerusalén de 1976 con la que consiguieron la victoria a manos de Josep Pascual «Pepet». Es una labor de años buceando por diferentes talleres o a veces por una verdadera casualidad. «Habría sido una pena perder algunas de estas piezas». También están las maquetas de las fallas que plantaron Martínez Aparici y Carlos Corredera en l´Antiga, algunas del ayuntamiento... y otros patrimonios que no hay en el Museo Fallero, como son ninots de Julio Monterrubio. Es más que probable que este material acabe en el futuro Museo Fallero porque lo vale.