Entre que había ganas y que los actos están de moda, especialmente los relacionados con la pirotecnia, que el tiempo acompañaba y que las Fallas cotizan al alza, el caso es que la ciudad de València vivió, entre el sábado y el domingo, su primer gran colapso popular. Si el sábado se calcula que fueron más de cincuenta mil las personas que rodearon el paseo de la Alameda para presenciar la Mascletà Vertical, la jornada de ayer no dio tregua. Para alegría también de la hostelería, que se encontró con el primero de los cuatro grandes fines de semana que vienen con un ambiente por encima de las previsiones.

Todo se conjugó para que la jornada saliera adecuada para vivir el primer día de fallas. Desde que la ciudad estaba todavía a oscuras, cuando se dieron cita los miles de participantes en la «despertà», pasando por una Entrada de Bandas, dirigida por primera vez en su remate (la interpertación de «El Fallero») por una mujer, Beatriz Fernández, en la que no cabía un alfiler -en este último domingo de mes, la «plaza peatonal» lo era por razones obvias- y rematado por la «mascletà» de Pirotecnia Valenciana, donde ya a la primera de cambio se alcanzó el medidor que señala el lleno: que la multitud alcance el cruce de San Vicente y María Cristina y prácticamente todo Marqués de Sotelo. A pesar del calor, tan sólo hubo cinco lipotimias y dos heridos leves.

La fiesta se toma hoy su último respiro. Queda por desvelar lo que se va a disparar mañana, en la «mascletà» participativa de Arroz la Fallera, mientras el fallo del concurso de presentaciones y le examen a los mejores ninots de sección auguran lo que tiene que venir.