La revolución y las dimisiones ocurridas en la falla del Mercat después de hacerse pública la intención de nombrar fallero de honor a la Fundación Francisco Franco no es la primera que tiene lugar en una falla a cuenta de las relaciones con personajes o entidades vinculadas a la dictadura. En el año 1985, la falla Convento Jerusalén ya cesó a su presidente por tratar de darle honores al general golpista Jaime Milans del Bosch. La propia Junta Central Fallera (JCF) le recordó a la comisión que los puntos 46-C y 48-G del reglamento fallero habían sido vulnerados en esa designación.

El presidente cesado entonces fue Norberto Piñango, que llevó adelante sus intenciones de nombrar fallero de honor a Milán del Bosch sin comunicarlo al grueso de la falla. Fue el propio general golpista el que realizó unas declaraciones al periodista Fernando Vizcaíno Casas en las que comunicó su nombramiento como fallero de honor en una comisión de Valencia cuya identidad no reveló.

Días después, sin embargo, una agencia de noticias abundaba en el asunto y señalaba a la falla Convento Jerusalén, indicando que era un nombramiento vigente ya desde cuatro años antes.

Un auténtico terremoto

Esas declaraciones volvieron todas las miradas sobre el presidente, Norberto Piñango, y causaron un auténtico terremoto en la comisión. De entrada, decenas de falleros devolvieron sus entradas para la presentación de las falleras mayores, Elena Alonso y la niña Amparo Chover, que se iba a celebrar el 22 de febrero en la sala Xúquer. De hecho, la presentación fue suspendida al devolverse entradas por un montante superior al millón de pesetas (6.000 euros).

Mientras, un grupo de falleros se reunía con un representante de la Junta Central Fallera para comunicarle que Milans del Bosch no era fallero de honor desde hacía cuatro años y que no conocían ni habían aprobado esa decisión. Y el propio Norberto Piñango realizó declaraciones en distintos ámbitos negando lo publicado por la prensa y precisando que lo único que había hecho había sido enviar un saluda a su amigo Milans, al que «como hombre de honor acompañaba en su desgracia». Indicaba, así mismo, que había sido una decisión personal nunca refrendada por la falla.

Esto no impidió, sin embargo, que el 28 de febrero se convocara una asamblea extraordinaria de la falla con un único punto del día: la destitución de Piñango. También asistió una representación de la JCF, que puso sobre la mesa dos artículos del reglamento fallero obviados por el presidente.

En esa asamblea, Piñango puso su cargo a disposición de la comisión, pero no dimitió, por lo que mayoritariamente se acordó su cese. En su lugar se nombró provisionalmente a Julio Patiño.

No obstante, la historia de Piñango en Convento Jerusalén no acabó ahí. Una vez pasadas las fiestas, la comisión decidió elegir nuevo presidente y el amigo de Milans del Bosch volvió a presentarse con fuertes apoyos. Tanto es así que desde el otro sector tuvieron que buscar un candidato de consenso e intachable conducta, persona que resultó ser el veterano de 67 años de edad Miguel Guillot, antiguo director del Banco Exterior de España.

Al final, Guillot ganó con un ajustado resultado de 33 votos frente a 31 de Piñango.