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Festejos en el equinocio de primavera

El espíritu epigramático que transformó las hogueras en las Fallas

Un bando municipal del 13 de marzo de 1784 reglaba la colocación de las fallas en la vía pública para que no perturbaran el libre tránsito

El espíritu epigramático que transformó las hogueras en las Fallas

Siguen siendo un tanto oscuros los orígenes de las Fallas de Valencia tal y como las vemos y entendemos ahora. Jesús Villalmanzo Cameno, experto conocedor, conservador e investigador del rico tesoro documental del Archivo del Reino de Valencia, incansable historiador de todo lo nuestro, encontró lo que, de momento, sigue siendo el documento más antiguo referido a la quema de hogueras en la ciudad de Valencia, costumbre antecedentes de nuestras Fallas actuales, por entonces «muy numerosas, ? autorizadas, y que era una práctica de los vecinos de la ciudad, y que se llevaba a efecto la víspera de la fiesta de San José».

Se trata de un bando municipal fechado el 13 de marzo de 1784, que reglaba la colocación de las fallas en la vía pública para que no perturbaran el libre tránsito peatonal o de carruajes y su encendido no dañara las casas o hiciera peligrar la salud o vida de las personas. De él nos da cuenta Villalmanzo en su estudio histórico del facsímil del Libre de Ordenacions de la Almoyna e Confraria del Offici dels Fusters, que le encargó hiciera el Gremio de Carpinteros de Valencia, editó bellamente Javier Boronat. Eran hogueras colocadas estratégicamente en esquinas, cruces, plazas, calles anchas, descampados de los diferentes barrios de la ciudad. Hogueras como las que aparecen desde tiempos primitivos en distintos pueblos y culturas del mundo celebrando grandes acontecimientos o los cambios de estación del año, los solsticios y equinoccios. Fiestas de gratitud a la Madre Naturaleza por su fecundidad y de impetración de buen clima para los productos del campo a los dioses ibéricos, fenicios, griegos, romanos,? y en los últimos siglos apropiadas por la Iglesia Católica.

En el equinoccio de primavera, los dos polos de la tierra se encuentran a la misma distancia del sol y los días tienen la misma duración que las noches, esto ocurre entre el 20-21 de marzo. Por la cercanía al equinoccio, la Iglesia al asumirlas pretendidamente como fiesta religiosa, con lo paganas que son, las bautizó de san José y la llevó al 19.

Caricaturas con inventiva

Al hacerse pronto de noche en el tiempo desde san Miguel a san José, en les fusteries se trabajaba , cuenta Cruilles, en «horas de velada? a la luz de una antorcha colocada sobre el stay. Y quemaban el stay y todos los deshechos del taller en dichas hogueras». Sigue vigente en el mercado laboral la expresión en Lengua Valenciana de treballar a stay. Aquellas fogatas de los mozos de las carpinterías fueron el detonante del cambio o transformación en lo que hoy entendemos por monumento fallero. Para Cruilles, «el carácter jovial y epigramático de los valenciaonos aprovechó esta ocasión para entregar a las llamas alguna alegoría o figurón, de cualquier sucesos reciente o risible. De aquí se originó, que no ya los honrados menestrales, sino más de un picaresco vecino, y a veces de elevado rango, preparaban de antemano y con chispeante inventiva, las caricaturas que destinaban a les falles, y la animación propia de estas demostraciones, las ha llevado a una altura muy distante de su origen».

Las hogueras de leños primigenias se convirtieron en cadafals, escenarios teatrales, figuras o ninots, escenas de teatro mudo subtituladas con versos satíricos y críticas socarronas, todo decorado barrocamente con tracas y músicas «formando un conjunto de animación y algazara, solo comprensible en esta ciudad».

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