«Los tengo debajo. Están a las tres de la mañana, a las cuatro. A veces no es más que una chica con un micrófono haciendo ruido. No hay forma de dormir. Así que, ¿sabe qué? Nos vamos y ya volveremos cuando acabe todo». Se le llama «escapada Fallas», pero, técnicamente, habría que llamarlo «huida de fallas»- Lo es en toda regla. Ayer, un poco antes de las seis de la mañana, dos vehículos de Turiabus salían desde el Instituto Luis Vives e iban llenos. Prácticamente todo personas mayores, bien cargadas de maletas. No en vano, estarán fuera cinco días completos y no regresarán hasta el 20, cuando todo haya pasado. El destino es el norte de Portugal o la Ruta Cátara, en el sur de Francia. Oporto y Toulouse como cuarteles generales.

Es un viaje que ha organizado una agencia de viajes, Germanies, siguiendo lo que ya es una costumbre: dar una salida a aquellas personas a quienes les agobian los problemas que suscita la fiesta fallera. «Claro que me marcho. Tengo carpas, tengo mucha gente, los petardos sonando constantemente... ahora me voy y estaré tan ricamente» comenta otra de las personas mayores. Otra pretende ser un poco más diplomática: «no es que quiera huir, pero estaré mejor. Que la gente lo disfrute, pero yo me marcho». Y las hay que se lo toman con humor: «¿despedirme de València?. Y tanto: ¡adiós, adiós!». Las hay que tienen familiares que pertenecen a comisiones de falla, pero lo que buscan es tranquilidad.

Los responsable de la experiencia aseguran que «llevamos años haciéndolo e incluso a veces no hemos llenado dos, sino hasta tres autobuses. Y no volveremos hasta el 20 porque si llegamos el día de San José, entrar sería todo un problema. Estarán de vuelta cuando todo haya acabado». Ayer por la tarde ya debían haber llegado a Portugal y a Francia, allá donde no llegarán los sonidos pirotécnicos.