Monestir de Poblet-Aparicio Albiñana se llama l'Antiga de Campanar porque, cuando plantó por primera vez, allá por 1972, Campanar era mucho menos ciudad que ahora. Tenía mucha más huerta que cemento y no se plantaba nada en lo que llamaríamos «pueblo» de Campanar. Lo más cercano, la falla del Barri la Figuera. Una modesta falla de Manuel Oliver fue el primer paso para una comisión que transitó el tardofranquismo y la transición ignorante de lo que le vendría con el paso de los tiempos.

Fue el nombramiento de Antonio Parrilla como presidente lo que daría un primer cambio a la historia de la falla 197. Se le dio un giro a la comisión. Fueron pioneros en el concepto de «Semana Cultural» y se encontraron nuevas formas de financiación. Un par de años antes ya habían empezado a contar con un joven artista, Ramón Espinosa. De su mano irían subiendo de categorías. Probaron la Primera A y la ganaron en 1987 y, finalmente, dieron el salto a la Especial. Pocos podían imaginar que, en el año de su estreno, 1989, irrumpirían con fuerza y ganarían el primer premio. Ese que reeditarían en 1991. Pero las cosas suceden. Antonio Parrilla acabó su periplo en la comisión y, con la presidencia de José Antonio Pérez se mantuvo durante unos años la condición de participante de lujo. A partir del cambio de siglo, sin embargo, l'Antiga inició una particular travesía en el desierto, convirtiéndose en inquilino de la cola de la clasificación y, como mucho, descubridor de talentos. Tuvo un repunte, en clara inferioridad de condiciones económicas, con los fantásticos años de Vicente Martínez Aparici y diseño de Carlos Corredera. Un quinto y un cuarto premio extraordinarios.

En 2014 se produjo un nuevo cambio social en la comisión. Pasaban a ser gestionados por un triunvirato de presidentes y, tras un año de transición, en 2016, no más lejos, presentaron sus credenciales a lo más alto. El dinero empezó a fluir y se regresó al podio. Dos años con Alejandro Santaeulalia que acabaron con el célebre disgusto de éste por el tercer premio de «Maléfica».

La apuesta en 2017 no pudo ser más atinada: captar a un Julio Monterrubio que se animaba a volver a hacer fallas grandes. Artista y comisión reingresaron ayer en la leyenda.