«Ahora que las Fallas son Patrimonio de la Humanidad parece que la Humanidad haya decidido venir a Fallas» aseguró el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, al hacer balance del ejercicio 2017. Así reflexionó en el programa Halcones y Palomas de LevanteTV. Durante el debate dio opiniones sobre el pasado y el futuro.

Entre los aspectos tratados se refirió a un clásico: las carpas. «Soy consciente de que es una de la cosas que peor imagen dan de la fiesta. Hemos retrasado y escalonado su instalación. Yo soy de una falla que no tiene carpa: salimos a la calle y cenamos con el forro polar. Es una reflexión que está pendiente. Es verdad que la realiad de las fallas no es la de hace veinte años. Las comisiones han crecido mucho. Uno de los objetivos que tengo es encontrar la fórmula para insonorizar casales y primar aquellas que, en ese caso, no ponga carpa. La siguiente reflexión es si realmente vale la pena que las carpas estén el fin de semana previo simplemente para una cena de falleros de honor. O si sería más conveniente que empezaran a instalarse a partir del día 12, de la Semana Fallera. Hay que ser valiente a la hora de plantearlo, aunque supongo que me llevaré alguna cornada. Pero es algo que la ciudadanía entendería».

También reconoció que controlar los botellones «sería un milagro. Y eso, como mucho, en Lourdes. Una ciudad que duplica su población, en una fiesta que es de calle... me preocupa la sanferminización de la fiesta. Tendremos que estudiarlo, pero creo que las cosas han ido demasiado bien. Somos uno de los ayuntamientos que menos policía local tiene y las tasas de reposición que nos pone Montoro nos impide contratar más y no podemos tener un agente en cada falla o en cada calle.

Han caído las fiestas en fin de semana, un debate que parece perdido si se pretende dejar permanente. «Sobre todo porque lo planteó mal el señor Fabra, en Alicante, a espaldas de Barberá... eso está quemado. Igual que antes lo habían hecho los de Especial. Había otra forma de enfocarlo, mostrando lo que ganan los ciudadanos. Hay agentes que dicen que es más fácil vivir así la fiesta, o no vivirla pero no tener que trabajar o simplemente irse. Hemos tenido un avance, una suerte, que ha sido disponer de festivo el 17 y así han bajado el número de quejas. No es lo mismo soportar una verbena hasta las cuatro teniendo que levantarte. Deberíamos ver cómo tener más festivos. Mucho más que pensar en lo del fin de semana, que es algo que no se va a volver a plantear.

«Democracia» en los casales

Se refirió también a un aspecto para leer entre líneas. «Los cambios importantes no están en mi mano, sino en la asamblea de presidnetes y en los casales. La democracia debe llegar a los casales y darle poder a las bases para que ninguno hable por ellos» en clara alusión a si realmente la dureza de las asamblea se corresponde con el sentimiento general del fallero de base.

Entre los objetivos está el de dar más protagonismo a las cortes de honor. «Deben ser algo más que salir en la foto. Las cortes de honor han de tener representatividad. He visto momentos surrealistas. Por ejemplo, el otro día la fallera infantil se puso malita unos minutos y la reaccción fue que había que sacar a la corte infantil. Y tuve que decirles que se quedaran. Estamos haciendo que puedan hablar, como en la Fonteta o en la Gala Fallera. Son pequeños cambios. No pasaría anada si la corte fuerra a actos que no puede ir la fallera mayor. Esto aligeraría la agenda de la fallera mayor, que es incompatible con trabajar o estudiar, y daría protagonismo a unas chicas que están sobradamente preparadas».

Mujeres y profesionales

Respecto a las diferencias entre sexos recordó que «he intentado hacer discriminiación positiva: ha sido la primera vez que una soprano cantara el himno en la exaltación, o que las dos mantenedoras lo fueran o la directora de la entrada de bandas o que Reyes Martí disparara el día grande, el 18, que es muhco más importante que disparar el día 8».

Concluyó asegurando que «A la fiesta le hacen falta unas estructuras profesionales y que no sólo sean voluntarios, que acuden cuando acaban su jornada de trabajo. Hay aspectos como la promoción exterior o la comunicación que necesitan gente que viva por y para las fallas».