Hace dos años, el nombre de Ainhoa en la corte de honor era una forma de homenajear al origen materno de una de las falleras: la villa de Amorebieta. Ahora, a Iratxe le gustaría seguir el mismo camino, porque también su madre es de origen vizcaíno, aunque en esta ocasión del mismo Bilbao, del «Botxo». Pero en el barrio la conocen además por ser de una rama, la paterna, muy conocida, «Los Cubells», que en su momento regentaron una droguería. Pero sin renunciar a su cincuenta por ciento: «en casa no celebramos Papa Noel, sino el Olentzero, que es quien trae los regalos de Navidad. Y si tengo hijos, me gustaría que tuvieran nombre vasco porque me gusta que no se renuncie a las raíces, aunque el nacimiento, la vida y todo lo tengo aquí en València».

Y fallera casi por espíritu libre. «Mis tíos son falleros de la comisión y con tres años ya me gustaba vestirme. En casa soy yo la fallera»

Rosario-Plaza Calabuig es una falla tranquila y feliz con sus pequeños acontecimientos. Pero en los últimos tiempos, el «falleramayorismo» llama con insistencia a su puerta. A finales del septiembre del pasado año celebraban lo que está al alcance de muy pocas comisiones: sus dos falleras ingresaban en la corte: Raquel Montero y Rebeca Sánchez. En las preselecciones de 2017, nuevo doblete: Iratxe y Sara Aigües. «Ha sido espectacular. Este año ya ha sido muy especial por tener a las dos en la corte y poder tener tan cerca a las dos fallares mayores de València. Siempre lo agradeceré porque he tenido unos privilegios que en otra situación no habría tenido. ¿Ahora? Pues que el ritmo no pare. Decíamos entre risas que nos van a odiar en el sector. Ojalá lo pudiéramos repetir». Sería un caso único en la historia y un final feliz «porque tenía el pacto con Sara de ser falleras mayores juntas. Disfrutaremos, salga lo que salga». Ha acabado Administración y Finanzas y da clases particulares a niños de primaria.