Es más que probable que Estefanía Mestre prefiera ser noticia el próximo mes de septiembre que cuando lo fue en marzo. Con el final del verano puede ser elegida en la corte. Cuando acababa el invierno estaba en casa cuando la llamaron urgentemente para decirle que€ «la falla se había caído. El remate y lo que había arrastrado». Aún recordamos el desgraciado episodio que acabaría convirtiéndose en una lección de amistad «por el apoyo que tuve de las fallares del sector e incluso el mensaje que me escribió Raquel Alario» y en una lección de profesionalidad «de Pepo Jarauta y su taller, que fueron capaces de reconstruir la falla y aún nos llevamos el quinto premio». Guarda de aquel trepidante episodio «unos peces bastante graciosos que además tienen un tamaño adecuado para quedármelo, así como un gusano de seda de la falla infantil porque me gustaba su mensaje relacionado con la seda valenciana». Aquello fue el pasado y el presente es el final de su reinado en una falla a la que llegó hace cuatro años. "Era fallera de corazón antes y me apunté cuando pude costeármelo yo. Y si acabé en Pío XII fue porque fui el día de la apuntà, me informé y me gustó lo que me contaron. Me pareció una falla acogedora y así es».

Llegando en verano a cuarto de siglo, es profesora de español para extranjeros en El Carmen Spanish School, a lo que llegó tras alcanzar su grado en filología hispánica y masterr en investigación lingüística. «Llevo un año. Me gustan los idiomas, pero tenía un especial interés en la historia de la lengua, la literatura, filosofía€». Se declara ferviente defensora del empleo correcto del idioma cervantino. «Para los extranjeros es un idioma complicado, especialmente para ingleses o alemanes». Se maneja bien con «inglés, francés, algo de italiano€ y valenciano, claro». Aunque sus padres son ya valencianos de nacimiento, los ancestral la ubican en La Mancha: Infante por parte paterna y El Bonillo por la materna. «Las familias vinieron cuando la gente venía aquí a trabajar». Cunas de buen castellano.