Cuando tenía nueve meses ya me vistieron. Lo que pasa es que mi madre no encontró un traje de valencianaÉ y me vistieron de valenciano, con mi mantita y todo. Después estuve con mi prima en la Plaza de Jesús, lo que me permitió salir en la Ofrenda todos los años». Fueron los primeros pasos de Nuria Fusté en las Fallas, que finalmente encontraron acomodo «hace dos años en JoaquÍn Costa-Burriana, que es una falla, al fin y al cabo, de mi barrio. La fallera mayor era amiga mía de Maristas, es una comisión cercana y familiar y me gustó». Lo que no imaginaba es que, dos años después, sería ella misma la fallera mayor de esa misma comisión. «¡Y tanto que dije que sí!». De incorporación tardía a «JC-B», pero con todo el entusiasmo. «Estoy en festejos y también ayudo en infantiles porque soy niñera. Somos unos cuarenta en juveniles y todos ayudamos en todo. Me gusta pasar el tiempo en el casal». Y no sólo eso. Sus estudios de ADE fueron en la Universitat Politècnica, estuvo un año en una Transitoria y ahora prepara el trabajo de fin de grado, dedicado a las empresas incubadoras y aceleradoras. «No descarto acabar opositando. También depende de lo que pase a partir de septiembre». Allí tiene otra oposición y no menos exigente.

Marista donde la haya, también dedica una parte de su tiempo a los «Grupos de Vida Cristiana. Soy catequista y trabajo con un grupo de niños desde que estaban en primaria a ahora, que ya tienen sobre los quince años. Nos reunimos los viernes, hacemos convivencias con otros colegios maristas» y ya puestos, una mezcla de las dos cosas: «En el año 2012 fui la fallera mayor del colegio». Le gustan los idiomas. «Valenciano, castellano, inglés, francés, alemán...» y confía que, con ella, la comisión recupere el pulso de la corte: empezaron comiéndose el mundo (cuatro años seguidos de 1981 a 1984), flojearon en los noventa (dos falleras) y ahora, desde el fin de siglo, desde el año 2000, buscan revivir sensaciones. Y ella, vivirlas.