Manuela no sería la primera fallera con pasaporte o, simplemente, sangre, extranjera que alcanza la corte de honor. En Conserva-Berenguer Mallol, muy cerca de su falla (Rodríguez de Cepeda), estrenó ese honor la holandesa Verónica Nolte. Ella está a mitad camino de Italia y Venezuela y donde vive y hace falla es en València. «A veces mis padres hablan entre ellos en italiano cuando no quieren que me entere» dicen con una sonrisa y con ningún acento que no sea el de aquí. Entre otras cosas, porque su abuela paterna «es del Grao», pero el resto de la familia procede de Quindici, muy cerquita de Nápoles, aunque la familia materna es la que pasó la generación anterior en Venezuela «donde todavía tengo tíos». Muy apegadas a sus raíces, hubo una premonición: «mi madre, mi hermana y mi abuela se van a Quindici en septiembre y tanto yo como mi padre decidimos no comprar el billete "por si acaso"». Gran acierto, porque en esas fechas tendrá las pruebas del jurado.

Igual que Verónica Nolte tiene un padre, Erik, fallero hasta la médula. El señor Fusco ha estado en directivas repetidamente. «Yo estoy en la falla desde los dos o tres años». Su aportación ahora mismo a la comisión es «en las redes sociales y búsqueda de patrocinios». Marketing, como en la vida.

Son los Fusco Scannapiego (Fusco & Co) una familia emprendedora. «Empezamos con una línea de zapatos» y ahora tienen la línea de ropa Sidecar y las tiendas Per Tutti. Manuela trabaja de encargada de logística. «Estudié marketing y gestión comercial. Trabajé en una clínica dermatológica, pero hice las prácticas en la empresa familiar y finalmente me quedé». El futuro no sabe como será «porque somos muchos primos en la familia». Una verdadera familia a la italiana. «A la hora de comer somos veinte. Es un "show", de verdad. Vivimos todos juntos, trabajamos juntos...». Y, por supuesto, con unas figuras muy especiales: el nono y la nona. Los abuelos.

Con las ideas claras: «Yo asocio los veranos a trabajar en casa. Además, aunque seas de la familia, en el trabajo se es muy estricto. Creo que es lo mejor: es esencial empezar desde abajo». Por eso posiblemente no fue fallera mayor infantil: «eran épocas en que había mucho trabajo». Pero sí que fue la fallera mayor en el 40 aniversario de la comisión. «Lo fui porque me correspondía por antiguedad y porque mi prima llevaba tres años queriendo ser y yo le digo que sí a todo». Quizá por eso «la preselección no la celebramos todo lo deseable: yo sali, pero ella no. Y eso que reaccionó muy bien: acababan de nombrar las infantiles y ella no estaba. Fui a consolarla y en ese momento sonó mi nombre. Me dio el primer abrazo».