El estudio sociológico elaborado por el Ayuntamiento de València sobre el colectivo fallero ha venido a confirmar la necesidad de reducir las molestias que pueda generar la Fiesta y optimizar las oportunidades que supone a nivel económico y social. En la encuesta, elaborada con 963 entrevistas a falleros, el 47,7% de los mismos considera a los vecinos como el principal problema que afecta a las fiestas. Algo que ayer molestó tanto a la Federación de Vecinos, como a la Interagrupación. El concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, recordaba que los falleros son vecinos y que desde el consistorio se continuará trabajando en la convivencia y fomentando el valor que tiene la Fiesta. A tal efecto retomaba ayer su propuesta de que el Bando de Fallas de 2018 cuente con la Federación de Vecinos por primera vez.

«Cabe destacar la voluntad mayoritaria y creciente de los falleros, que a la vez son parte del vecindario, de mejorar al máximo la convivencia en los barrios para los que hacemos fiesta», incidía Fuset. «Hemos percibido esos esfuerzos como también el de las entidades vecinales en los últimos años ante los cambios normativos consensuados y las mesas de diálogo abiertas para adelantarse a los problemas», manifestaba el edil. Fuset ahondaba en que desde el consistorio se ha trabajado en los últimos dos años en fomentar la conciliación de intereses, conscientes de lo que la fiesta «aporta a la ciudad». «Vamos a continuar en esa línea que ha permitido el 62% de reducción de las quejas el último año y que son un buen indicativo», insistía, para acto seguido remarcar que hay que huir de los discursos «anti».

«Hay que recordar que se trata de una fiesta declarada Patrimonio de la Humanidad y todo lo que aporta a la ciudad como motor social, cultural y económico», señalaba. «No hay ningún problema en las Fallas que no se pueda solucionar con empatía y diálogo y eso lo veo en todos los agentes implicados», argumentaba. En ese sentido, recordaba, el retraso de cinco dias en la salida de las carpas, la creación de la figura del mediador, las reuniones con las entidades vecinales de Russafa por el tema de las luces o la nueva normativa en la ubicación de los mercadillos o las barras y puestos de gastronomía, así como el decálogo de buenas prácticas suscrito por todos los agentes.

Por otra parte, ni la fiesta, ni la música, ni los petardos, ni la indumentaria, o tal vez todo junto, es lo que empuja a cualquier vecino a acercarse a un casal fallero para inscribirse. Porque el sentimiento de estar siguiendo una tradición o costumbre es la primera razón por la que un fallero es fallero. Así se desvela en la encuesta realizada por el Ayuntamiento de València a 963 falleros.

En concreto, un 41 % de los sondeados argumenta esta razón para justificar su pertenencia al mundo fallero. Y quienes aseguran que tradición y juventud van reñidas, poco conocen esta fiesta, pues el 44,7 % de los que entraron en un casal por costumbre tiene entre 25 y 34 años, mientras que en la franja de edad entre 18 y 24 años el porcentaje fue del 43 %, casi siete puntos por encima de los que tienen más de 64 años.

La siguiente razón para ser fallero es «llevar muchos años», en concreto, un 19,4 % de los encuestados adujo este motivo. Solo el 8, 3 % de los entrevistados señaló la «valencianía» como razón para apuntarse a una comisión. Le sigue el sentimiento de ser fallero (7,8 %), la diversión (5,1 %), los amigos (5,5 %), el ambiente fallero (4,2 %), los hijos (3,2 %), las actividades que se realizan (2,5 %), la familia (1,5 %), la pareja 1 %) y la integración del barrio (0,5 %).

Respecto a los principales vínculos que unen a los miembros de una comisión fallera, destaca con diferencia el familiar. Casi 4 de cada 10 falleros cuenta con lazos sanguíneos en el casal. El 30 % cuenta con amigos dentro, el 17,4 % tiene a su pareja, mientras que el 8,5 % convive con sus hijos.

Después hay un 1,2 % que se apunta porque vive cerca, mientras que un 1,2 lo hace por «iniciativa propia». El 1 % siente que su vínculo es el sentimiento de valencianía, mientras que el 0,3% es por el fundador. El 0,2 % restante le une la vecindad con el resto de falleros de su comisión.

La encuesta recoge, además de los factores sociales o los políticos, los lingüísticos. Así, el sondeo muestra que la mayoría de falleros habla castellano. En concreto, el 20 % solo lo hace en esta lengua, mientras que el 37,8 % lo hace «siempre o casi siempre» y solo ocasionalmente en valenciano. El número de falleros que utiliza la lengua autóctona siempre o casi siempre se reduce al 10,9 %, mientras que los bilingües representan el 30,9 %. Un 0,1 % de los encuestados asegura hablar solo en valenciano. En cuanto a las competencias en la lengua propia, el 95, 4 % sabe leer en valenciano, pero solo el 654,8 % de los falleros lo sabe escribir. Aquí los jóvenes salen ganando: el 77,6 % de los entrevistados de entre 18 y 24 años dominan la redacción en valenciano.