Hay bastante diferencia entre la frase tan socorrida como poco real de «todas teníamos las mismas posibilidades» y el arranque de sinceridad de Patricia Castillo: «no estaba en mi propia quiniela. En casa siempre eres la mejor, pero yo me veía de otra manera. Y la verdad es que salir elegida fue un subidón de alegría, algo inesperado y algo que ahora me hace mucha ilusión». Su comisión, l'Eliana-Cid, fuerte y potente en muchas actividades, no ve pasar la corte desde hace años. Tanto, que su antecesora era una preciosa niña, Susana Navarro, que acaba de estrenar maternidad. Patricia, con 29 años, acababa de nacer cuando aquello ocurrió.

Las raíces de Mislata son de su madre, mientras que su padre es del Barrio de la Luz. Ella está opositando a Auxilio y Tramitación Judicial mientras es una cara conocida en el centro de la ciudad: «trabajo en la tienda de Springfield de Don Juan de Austria». «Fui fallera mayor infantil y siempre te queda el runrún de serlo de mayor. Ves la ilusión de las amigas, de tu madre... y entra el gusanillo. En el año 2015 fue mi mejor amiga, lo vivimos muy intensamente. Me habría gustado haber sido el año anterior, pero no pudo ser porque se presentó otra fallera, estábamos iguales en antigüedad y finalmente fue por sorteo y no salí. Pero seguí adelante, me lo respetaron y sí que pude ser al año siguiente. Mi amiga me montó una presentación increíble».

Patricia ya había sido infantil en el arranque de siglo, pero recuerda: «no pasé la preselección para la corte de 2001». Reconoce que «soy de las que me gusta ver las preselecciones, sea el año que sea, conectarme a internet, ver las pruebas que han hecho, cómo van vestidas, conectarme por internet para ver quién ha salido...» lo que se define como «fallerío». Y que ahora espera vivir ella en primera persona.