s un trabajo gratificante y enriquecedor. Cuando consigues que las personas mayores tengan una calidad de vida te satisface mucho. Pero es verdad que tiene que ser algo que te guste y tener vocación». Sin rebajar la tensión y la dedicación, Anabel colgó la bata, se vistió de valenciana y superó la primera ronda de preselección por Rascanya. Y después volvió a lo que hace todos los días: trabajar como auxiliar de enfermería en la Residencia de Ancianos Mas Camarena. Una labor que enriquece también con los estudios de técnica de laboratorio y de dietética «porque hay que mejorar siempre».

Anabel será la baza de San Juan Bosco-Duque de Mandas, una comisión que vio pasar la corte de honor tan sólo en una ocasión, en 2009, con Deborah Gimeno. Pero hablar de esta falla no se puede hacer sin recordar a su fallero más emblemático, Vicente Linares. y más en su caso porque «su hija, Marta, es mi mejor amiga. Ella fue nuestra última preseleccionada y hemos estado siempre juntas y lo he vivido todo». Tiempos de alegrías y tiempos de tristezas. Y a lo largo de sus 24 años, tiempos de fallas porque «soy fallera desde que nací. Casi puedo decir que vivo en el casal». Empezó de bebé «en la falla Pedro Cabanes-Conde Lumiares, de la que mis abuelos fueron fundadores», pero las amistades la llevaron a cruzar la carretera de Barcelona y cambiar Torrefiel por Orriols. Ahora es delegada de festejos y ha vivido su año de fallera mayor valiendo por dos, porque no había sido infantil. Incluso en sus redes sociales destaca, en el día de la presentación, una de esas sensaciones que se hacen inolvidables: su madre. «Si me lo dicen no me creo que te vería en el escenario de fallera».

El origen materno es del barrio. El paterno es de Geldo, autovía mudéjar hacia arriba, donde también gusta de sus costumbres: «fui clavariesa de la Virgen del Rosario en el año 2013, que es una costumbre de las chicas que cumplimos veinte años». Y se tienen que encargar de organizar los festejos. Le tenía que servir la experiencia fallera.