Aunque el calificativo más recurrente cuando se está en la corte de honor o se es fallera mayor de València es tildar esos doce meses como «un sueño», las candidatas viven o tienen que vivir apegadas a la realidad de la sociedad. Y las hay que viven mucho más en primera línea lo que pasa en el mundo. Es el caso de Eva María García, que llegará a las pruebas finales con el cuarto de siglo de edad recién cumplido y que pulsa cada día el estado de salud de la economía gracias a su trabajo: «estudié Gestión Económico Financiera y trabajo en una empresa de Real Estate, donde estoy en el departamento de finanzas desde hace tres años». Y dedicada a «la compra y venta de activos inmobiliarios para un fondo estadounidense». Y su diagnóstico coincide con el de los brotes verdes. «Era momento de comprar, pero se siguen vendiendo activos. Por ejemplo, entre extranjeros. En general, se nota que la actividad está creciendo». Algo bueno para ella y para todos, sin duda. Pero este trajín se puede compaginar con muchas otras cosas. Como por ejemplo, con la falla, Venezuela-Agustín Sales. «Me apuntó mi tía, que había sido fallera mayor en el año 2001. Yo tenía ocho años cuando empecé y ahora somos todos».

Ahora es una joven independizada que reside en Russafa y que adora los lunes «porque es el día que voy a bailar salsa». En la comisión «trabaja» en la delegación de festejos, reconoce su pasión por la indumentaria y no le dio tiempo a ser fallera mayor infantil , pero lo compensó con su año reinando en adultas. «Me presenté en la junta femenina. En la comisión va por antiguedad o eres si no hay más candidatas. Y en este caso sólo me presenté yo. Quería serlo desde hace tiempo y tenía una edad buena para ello. Tengo una cierta independencia personal y económica que, posiblemente, con 18 años, no tienes. Ha sido un año que jamás olvidaré. Lo más increíble que podía imaginarme». Recientemente ha vivido cerca todo el tinglado cortesano a través de «Claudia Sapena, la niña que ha estado en la corte infantil del año pasado».

Cabra del Santo Cristo es una pequeña villa del sur de Jaén. Es el lugar adoptivo del fotógrafo Cerdà y Rico que da nombre a una calle y una falla. Y es el lugar donde podrían recordar que una hija de estas tierras, por parte de García, se ha hecho grande en la fiesta. «He vivido cosas muy especiales, muy buenas, como fallera mayor. No renuncio a nada». Si sale elegida, la historia ya completaría una corte completa de Evas. Sería la decimotercera.