Perseverancia y paciencia. Cuando ves que hay resultados es muy gratificante». Se necesita ser perseverante y paciente, entre otras cosas, para alcanzar un puesto en la corte. María Uríos utiliza ambas cualidades en su trabajo diario de logopeda con pacientes que tienen daño cerebral. «Estudié Magisterio y llegué a trabajar de maestra, pero precisamente un padre trabajaba en el Hospital de València al Mar, me dijo que daba el perfil y podía encajar. Llevo un año allí, aunque, en principio, acabo en septiembre». María ya era conocida en los meses previos por ser hija del artista Fernando Uríos. Aunque reconoce que «no he heredado sus habilidades. Sí que he trabajado en el taller, pero cosas sencillas: lijar, escarchar?». María sabe de primera mano lo difícil que es hacer carrera en esa profesión «pero mi padre tiene la suerte de que también es secretario en un colegio. Pero sé lo difícil que es el día a día de un taller». Fallera de toda la vida, fue fallera mayor infantil en el año 1998. «Muy pequeña: tenía siete años», recuerda. Y ha tardado diecinueve el volver a sentarse en el trono. «Había mucha gente joven en la falla y va por antigüedad. También tenía ya unos ahorros por el trabajo y, finalmente, este era mi año». En la falla ha pasado por infantiles, actividades diversas y «ahora estoy en cultura» y coquetea con el MBMR Running Team; esto es, el club de correr de la falla. María cuenta con una aliada moral de primer orden: Raquel Alario. Cuando leyó su nombre en el acta no pudo evitar un gesto de felicidad. Ya ha hablado, y bien, de una de las candidatas a sucederla. «Una vez me dijo ´tu cara me suena´ y resulta que teníamos amigos en común. Es una persona extraordinaria, que siempre ha tenido una palabra, un detalle, para cualquiera de nosotras», resalta.