Va a ser muy especial pasar las pruebas juntas nuevamente, diecisiete años después». El primer día de preselecciones, hace ya más de dos meses, resultó elegida Marta Sobrino por el sector de Mislata. Y dos fines de semana después, Rocío Gil. Que siga la fiesta entre las niñas de 2001: ocho se han presentado con el bagaje de dos falleras mayores de València (Begoña Jiménez Tarazona y Carmen Sancho de Rosa); dos cortesanas (Carmela Borrás y Sandra Molins), una preseleccionada (Teresa Estevens, ahora jurado de las infantiles) y ahora, Marta y Rocío. «Tan sólo Mireia Piris se presentó y no salió». Aunque, valga el apunte, Mireia, cuyo cumpleaños fue ayer, se casó con un hermano de fallera mayor infantil, el de Ana Belén Ferrer. «Yo fui a ver a Marta a su preselección y ella a la mía. Bueno, y muchas más de las que fuimos aquel año. Seguimos estando muy unidas. Hasta la que fue mi pareja, Alicia Alpuente, que es la que está más desconectada porque se hizo neuróloga y vive en Barcelona, me llamó para felicitarme».

Rocío era de la segunda fila, de las bajitas, y ahora ya supera el 1,73 de fallera y abogada. Metida en el doble maestre de abogacía y Derecho y Gestión del Transporte. Trabaja en el despacho Rocabert & Grau «en al área civil: asesoría de clientes. Hice allí las prácticas y me quedé. Mi idea es ejercer la abogacía. No descarto algún día opositar. Aunque lo que hago ahora me gusta».

Perteneció a la corte infantil en Espartero-Maestro Plasencia, en Burjassot. Años después se trasladaron a la Merced «e incluso vivimos casi en la demarcación: detrás del Mercado Central. El año pasado me animaron a ser fallera mayor. Tenía mucha ilusión de serlo porque no concibo mi vida sin las fallas. Puedo pasar por delante del casal, encontrarlo abierto, entrar y que se me haga de noche». Y ahora que ha crecido «y que hemos seguido andando juntas, sería un sueño poder volver a vivirlo. Para agrandar el «efecto 2001», que nunca defrauda.