Volvió a las sesiones de preseleccionada del pasado mes de julio. Nuevamente vestida de naranja, pero esta vez con el pelo recogido. Y con una idea grabada: «si tienes un sueño, tienes que pelear por él». Se encontró la oportunidad «porque la fallera mayor, por circunstancias, no pudo presentarse. Se quedaba la plaza libre, sólo lo pedí yo y también ella misma me apoyó. Es algo que no suele pasar, pero si surge la oportunidad, hay que aprovecharlo e intentarlo». En su casa han conocido ya las dos sensaciones: la alegría cuando su hermana Emma perteneció a la corte infantil de 2003, la de Nela Ayora, a la que también perteneció, por ejemplo, Estefanía López. «Han pasado catorce años y a pesar de ello seguimos teniendo muy buena relación». Y también la decepción, como la del año pasado. «Te queda un sabor agridulce. Claro que estás triste, pero recuerdas los días que has pasado, ver que alguna amiga sí que lo ha conseguido... me alegré por Natalia, la infantil del Mercado Central, que fue fallera mayor infantil en Lope de Vega con mi hermana» (en el año 2015). Y de aquella noche recuerda sobre todo «lo eterno que se hace cuando van diciendo los nombres de las elegidas. Pierdes la cuenta y cuando te das cuenta, se ha acabado». Ahora afronta la nueva experiencia «seguramente, con más tranquilidad, más serenidad, pero también con la misma ilusión. Y seguro que cuando se escuchen los nombres serán las mismas sensaciones y los mismos nervios». No pierde ni la ilusión ni se acobarda, puesto que también fue finalista en la corte infantil de 2004

Trabaja en una agencia de Marketing Digital como community manager y ha empezado el doble grado de Sociología y Ciencias Políticas, Públicas y de Administración. «Estudio a distancia por la Uned».

Andrea fichó por Lope de Vega hace quince años. «Pertenecía a la falla de l'Amistat y no podía ser fallera mayor, me apetecía mucho y me acuerdo haber ido un día a Expojove y salir de allí prácticamente convencida». Fue fallera mayor nada más pasar el centenario de la misma y doce meses y un brioche de microalgas después (fue la autora de su plan de marketing), la Fonteta la vuelve a convocar.