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El Museo del Corpus abandera la revolución de los museos de Fiestas

La Casa de las Rocas, céntrico y gratuito, tiene unos índices de visita excepcionales, no demasiado lejos del dedicado a las fallas en Monteolivete

El Museo del Corpus abandera la revolución de los museos de Fiestas

Los museos de fiestas están de moda y las cifras que arrojan tras haberse superado el medio año anuncian que el número de visitas crece de forma exponencial en los tres que gestiona que tienen carácter municipal. De este modo, contando con los datos hasta el mes de agosto, al de la Semana Santa ya han acudido el 93 % de los que fueron en todo el año 2016. Al fallero el 91 % y al del Corpus un 67 %.

Cada caso es una historia diferente y tiene una explicación que puede ayudar a entender el comportamiento tanto de la instalación como del visitante.

Seguramente, el dato más apreciable es la enorme aceptación que tiene la Casa de las Rocas. A pesar de que el Corpus de València no es una fiesta especialmente conocida, su número de visitantes rivaliza con el emblemático Museo Fallero con una gran dignidad. En 2016 alcanzó las 64.802 visitas por las 88.059 del Museo Fallero que, aunque pudieran extenderse a cien mil si no se hubiese cerrado por obras, no deja de ser una diferencia, por lo menos, sorprendente.

¿Cual es la causa? Para el concejal Pere Fuset es «el aval al trabajo de reformas y promoción de los últimos tiempos». Y el jefe de sección, Gil Manuel Hernández destaca el hecho de que «el del Corpus es gratuito y, sobre todo, es céntrico y está en la ruta turística por excelencia. Además es un espacio fácil de visitar y sencillo de ver». Este museo está en trámites de alcanzar, precisamente, la condición museística que el Fallero consiguió el año pasado. Y el mencionado crecimiento interanual que tiene hasta ahora, el mencionado 67 por ciento, está lastrado por el periodo de mayo y junio en que estuvo cerrado por reforma.

La Casa de las Rocas es un espacio al que se entra casi por inercia. Con puertas abiertas de par en par y elementos a la vista desde la calle, invita al curioso a echar una ojeada, acentuado por esa gratuidad.

Este éxito permite imaginar lo que sería un Museo Fallero en el centro de la ciudad. Esta alternativa es la preferida moralmente en el ayuntamiento, pero no hay una instalación adecuada para ello puesto que la única que lo permitiría, un acuerdo para quedarse con el edificio de Correos, lo imposibilitan los autobuses. «Para acceder al centro, los turistas bajan por las torres y el autobús se va». El dedicado a las fallas es el museo de titularidad municipal más visitado y sólo le superan la Lonja y las Torres de Serranos.

Una de las características que exhiben los museos es la diferencia de estacionalidad: el fallero y el de Semana Santa tienen picos cuando llegan las fiestas mayores, algo que no sucede con el de las Rocas.

Es especialmente significativo el comportamiento del Fallero, que se disparó en los meses de marzo y mantuvo muy buen tono en abril y mayo de 2016. Se debería considerar con lógica que hay un «efecto llamada» a estar cerca de los días de fiesta grande.

En los datos de 2017, se produce un aumento constante, que se ha disparado en los meses de junio y julio, aunque esto hay que interpretarlo en el hecho de que, en esos meses, especialmente en junio, se produjeron las obras de mejora en el mismo. Y aunque las buenas cifras coinciden con la temporada de cruceros, la clave son «los convenios con centros de enseñanza o actuaciones puntuales en momentos especiales, como la entrada gratuita a los visitantes de la Exposición del Ninot, que estaba justo enfrente».

Encorsetado

Y es que el Museo Fallero es el que suscita mayor debate por la necesidad imperiosa de romper su particular corsé. El ayuntamiento ya ha decidido que su ubicación es buena por encontrarse dentro del circuito de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Pero también que es un museo pequeño e insuficiente. La primera actuación en la presente legislatura se ha reconocido que es un «lavado de cara», con su reordenación, repintado y la puesta en marcha de iniciativas como las exposiciones dedicadas a artistas o la restauración de carteles antiguos. A ésta seguirá una segunda fase, que incluiría las explicaciones audiovisuales (que sí que tiene el del Corpus).

Pero que el problema es mayor y a corto plazo: no queda sitio ni para seguir con sus únicos elementos expuestos, ninots indultados y retratos de fallares mayores. El proyecto pasa por el traslado de las oficinas de la Junta Central Fallera a un espacio lo suficientemente funcional como para que sus componentes sigan pudiendo realizar la coordinación de la fiesta (Benicalap, y más concretamente la Ciudad del Artista Fallero es el Plan A) y extender en cantidad y calidad los elementos de la fiesta a un macro museo que multiplicaría exponencialmente las visitas. Este plan requeriría un desembolso que rondaría los 4 millones de euros.

Mejor Cabanyal, mejor museo

El Museo de la Semana Santa va a empezar ahora los trámites para alcanzar esa condición museística. En los años anteriores ha sufrido una línea descendente en el número de visitantes que ahora empieza a remontar. «Ahí aún no hemos hecho labores de mejora en lo que es la instalación, pero sí que hemos restaurado pasos». ¿Cual puede ser la clave para ponerse en valor, teniendo en cuenta que no es céntrico? «Posiblemente que se ponga de moda el propio barrio. Las visitas al modernismo popular del Cabanyal, el Museo del Arroz y el de la Semana Santa».

Las previsiones de estos espacios culturales festivos hablan de que «el Museo Fallero podría terminar el año con 110.000 visitas; el del Corpus perfectamente puede alcanzar los 70.000 y el de la Semana Santa tiene recorrido para alcanzar los quince mil».

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