Acabó la fiesta de la Fonteta y la gente se marchó extrayendo sus particulares conclusiones. Tanto del resultado del veredicto como de la gala. Del primero, con sus valoraciones subjetivas, muy condicionadas siempre al hecho de ser arte o parte en el juego. El segundo suele ser más desapasionado y permite recordar los fallos de sonido, el exceso de calor o la sorprendente, por inesperada, «globotà». Pero también el éxito en las redes sociales, que convirtieron la elección en tendencia a nivel nacional o el habitual e infatigable derroche de esfuerzo de las delegaciones de la Junta Central Fallera para sacar adelante un compromiso en el que el fallo se amplifica y el acierto pasa desapercibido. Pero lo que importa, mucho más que el envoltorio, es el contenido, las 26 falleras que hoy son corte de honor, cargo del que se despojará el 10 de octubre a dos de ellas, pero para bien: para subirlas un peldaño más inmortal.

La historia de la Fonteta tuvo su continuidad en prácticamente todos los casales de las falleras participantes. Porque si en unas se celebra la victoria de forma eufórica, en otras había que abrir las puertas para recibir y expresar el ánimo a la candidata que no ha conseguido el éxito.

Hubo casales que tuvieron tristeza por partida doble: tenían dos candidatas y ninguna de las dos salió. En una, Doctor Olóriz, hubo fiesta doble. Y en algunas hubo que repartir a partes iguales. Por ejemplo, en Santa María Micaela o en Sant Bult.

En este último casal se produjo una de esas celebraciones «diferentes». Por una parte se animó a la niña, Dafne Montes, aunque poco había que animar porque era ella la que mostraba una entereza absoluta. «Han venido amigas suyas de la corte de Segorbe, que también lo es, y estaban más tristes que ella. Nos ha dado una lección a todos», decía el presidente, el veterano Francisco López Moral.

Pero también había alegría por Noelia Ibáñez. La primera en ser anunciada del acta de mayores. Noelia fue la fallera mayor infantil de la última cortesana que había tenido la comisión, María Díaz-Benito, en 2006 (fue corte en 2007), y, hasta ahora, la única en la época totalmente democrática.

Apoyo incondicional

Ahora llega Noelia rodeada con un plus de aureola: ser la hermana del futbolista Robert Ibáñez quien, al no estar convocado para Anoeta, acudió a vivirlo en primera línea. Aunque reconocía que «he sido fallero muchos años, pero acabé dejándolo. ¡No me gustaba vestirme!. Pero además, fui centrándome en el fútbol, aunque toda mi vida he bajado al casal y me lo he pasado bien. Cuando he jugado fuera de València y me han preguntado sobre las fallas siempre digo que es algo que hay que venir a vivirlo, que no sólo son tirar petardos». Noelia aseguraba que «tiene buena parte de la culpa de que esté aquí. Me ha apoyado muchísimo y cuando decidí ser fallera mayor, el primero que me animó a hacerlo fue él». Un apoyo que es mutuo porque, aunque se llevan algo más de tres años «estamos muy unidos. Yo he pasado tiempo con él en las ciudades donde ha jugado cedido... y ahora le llevo yo a Paterna». Robert aseguraba precisamente que «Noelia es muy fallera y muy buena persona. València va a disfrutar mucho con ella».