Quince letras. Rocío Gil Uncio, la nueva fallera mayor de València de 2018. «No gasto el nombre completo de María del Rocío». Apareció en la primera línea fallera alboreando el siglo (estuvo en la primera corte infantil del XXI) y después se puso a crecer. «Era de las altas en la corte infantil y así he seguido. Siempre he sido alta». Este año tiene competencia antropométrica entre las trece falleras selectas que reinarán en la fiesta desde el 10 de octubre, pero sus facciones recuerdan rápidamente la niña que aparece en el Libro Oficial Fallero de 2001. Aquella niña, una de las primeras generaciones que ya no estudiaba EGB, sino Primaria, prepara con ilusión peineta y toga. «Continúo con mi máster de acceso a abogacía. Hay que hacer un Examen de Estado y posteriormente colegiarme para ejercer». Y parece dispuesta a ir a la guerra: «quiero ejercer. Me veo delante de un juez defendiendo mis posiciones. Este año no tengo que dar clases, es hacer el trabajo final de Master y eso me da una disponibilidad casi plena para estar en la corte».

De momento ha tenido dos semanas y media ante siete magistrados que le han dado una sentencia favorable, la que más ilusión podía hacerle. «El jurado se ha portado muy bien y les estoy muy agradecida. A ellos se lo he dicho incluso antes de que tuviera lugar la elección. Por cómo nos habían tratado. Un jurado diez. Y no es ventajismo porque lo pensé y lo dije antes de saber el veredicto».

Ni en sus mejores sueños. Habla de la perfección absoluta del destino para con ella. «Estoy ya aquí, con mi compañera de sector, Noelia, y con mi compañera de 2001, Marta. No podía imaginar que saliera todo tan bien».

Hace falta, sí o sí, referirse a ese año 2001 y que el pasado sábado añadió dos nuevas gemas a su palmarés, y ya son seis falleras en el cuadro de honor de adultas. «Debió ser un buen jurado, porque sacaron trece niñas que han seguido hablando en las fallas. El pasado sábado y el domingo, el chat nuestro fue de escándalo. Palabras de enhorabuena de todas. aparte de que varias vinieron a vernos». Por ella sabemos que «Begoña (Jiménez Tarazona, la fallera mayor de 20213) se ha ido a vivir a Madrid y que Alicia Alpuente, «que era mi pareja infantil, está en Barcelona trabajando de neuróloga».

Con ella y con Marta Sobrino dentro del grupo, todos felices. «Habría sido raro que una lo disfruta y la otra no. ¿Verdad que la mejor opción era que estuviéramos las dos?».

Rocío llega procedente de la falla de la Merced. Con ella ya hay paridad: tres infantiles y tres mayores. Llegó allí tras haber militado en Espartero-Maestro Plasencia. Rara avis, vive en el propio barrio «y le tengo mucho apego. Por ejemplo, las «albaes» que se cantan a las falleras mayores de la agrupación quise que me las hicieran en la propia plaza». Y piensa que hay algo que les falta: «volver a subir a la Merced a la Especial. Es su lugar».

Fue fallera mayor 2017 con su hermana de infantil. «Ha sido mi apoyo todo el año. Somos dos y nos llevamos quince años. He sido como su segunda madre y ella me ve como alguien muy especial. Dice que soy sus pasos a seguir. Quiere hacer lo mismo que yo y me acompaña a todo lo que puede. Ella tenía claro que si no me nombraban de las tres primeras, ya no salía. Nombraron a la tercera y se puso a llorar desconsoladamente porque su hermana no iba a ser de la corte. Ahora... dice que va a ser la pequeña de los hermanos pero que quiere parka».