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María Urios Martí (Maestro Bellver-. Ribera)

La mejor obra del artista

María Urios, hija única del artista fallero Fernando Urios, soportó la presión de ser una de las grandes «favoritas» y afronta el año más importante de su vida «en las nubes por la felicidad»

La mejor obra del artista

Urios. No Uríos. Con el acento en la letra "U". «Procede de la Safor, porque mi familia paterna vivía en Villalonga. Mi padre nació en València, pero se crió allí y luego ya regresó a la ciudad». María Urios acompaña así a Meritxell Soler, de origen Bellreguard, en el «Safor Power» de las falleras 2018.

Qué difícil es retrotraerse a ser uno de los nombres más extendidos en las quinielas. Nada menos que 247 «me gusta» tuvo el perfil de María publicado en la pagina de facebook de Levante-EMV, Fallas Online, el récord absoluto entre las 72 finalistas. Era uno de los nombres que sonaba con fuerza. «Si, sé que se escuchó. Pero no me lo llegué a creer porque sé de las veces que algunas han sonado como "favoritas" y no han salido. Yo estaba con los pies en la tierra, disfrutando de las pruebas, dando lo mejor de mí y hemos tenido suerte. Sonó el nombre en la Fonteta, un momento súper emocionante. Si, sorpresa, de verdad, porque nunca se sabe lo que va a pasar».

¿Se sufre presión cuando se escucha el nombre de una por todas partes? «No, no me he sentido presionada. Mi padre me dijo que disfrutara de la experiencia, estoy contentísima del proceso que he hecho, las chicas que he conocido, el desfile de la Fonteta, la emoción de mi familia€ sentí que estaba volando. Muy feliz. Acabé el desfile y me encontré con una de las bailarinas del espectáculo, que es amiga mía del colegio y no sabía que actuaba. Me preguntó cómo me encontraba y le dije eso: "Estoy volando, en las nubes, de felicidad"».

Se mantiene en el mercado laboral trabajando como logopeda. En los perfiles publicados durante el verano anunciaba que en septiembre de le acababa el contrato, pero... «sigo trabajando en el Hospital de València al Mar. Hablé con los jefes y me han dado muchas facilidades. He explicado la situación y me han dicho que están muy contentos de lo que ha pasado. Es sanidad privada, y como no trabajo todos los días y me han hecho un contrato de refuerzo. Ahora no trabajo la jornada completa, sólo quince horas semanales. Doy gracias porque se me acabó el contrato y he continuado. Sin ser falleros, se han mostrado dispuestos a todo».

Unas rutinas a las que no le faltaron sus anécdotas, aunque no fueran las deseadas. «Tuve un accidente de coche antes de la preselección y desde entones no tengo coche. Menudo susto: había parado en un semáforo y me golpearon por detrás y yo, a su vez, le dí al de delante. Siniestro total. El dinero que me han dado de indemnización no alcanza para nada. Incluso en julio tuve que hacer rehabilitación de la espalda. Fui con collarín al ensayo de la preselección. ¡Es que fue en lunes y la preselección fue sábado!. Bueno€ aquella noche no me dolió nada».

Destaca su empatía. Si, además, se comparan fotografías, el parecido físico con Estefanía López, una fallera mayor carismática como pocas, no es fruto de la imaginación, aunque ella no lo ve. «¿De verdad? Yo no me veo para nada. Pero es verdad que el día de la punxà hubo preseleccionadas que me lo decían también, que de perfil somos parecidísimas. Que se me compare con ella es un halago».

Es hija única. «Pero mis padres siempre se preocuparon rodearme de muchos amigos. La falla fue, para eso, muy importante. Siempre estaba con niños. Además, tengo primos de edades muy parecidas y merendábmaos juntos en casa de mi abuela. He socializado mucho y gracias a eso no me he visto sola». Hija de artista fallero, Fernando Uríos, aunque reconoce que no ha alcanzado su nivel de talento en el arte efímero. «Voy al taller y le ayudo lijando, que no me gusta. A mi me gusta pintar, pero€no me deja porque no tengo maña. Yo soy bastante más de escenarios, pero actuando».

Si no hubiese salido, el fin de semana habría sido de drama porque... «al día siguiente tuve la despedida en la falla». Y la del sector. Con lo que pudo ser un final sin escalas se ha convertido en la prórroga más deseada por cualquier fallera. Con licencia para soñar.

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