El pleno de la Junta Central Fallera será escenario del primer paso en el intento de normalizar las relaciones en los órganos de gobierno de la fiesta. Esta tarde, y tras su ausencia en la sesión de septiembre, el concejal Pere Fuset regresará a los debates mensuales. Esa es la promesa que hizo hace dos semanas a los delegados de sector, que previamente, en aquel primer pleno tras el verano, le reclamaron el regreso. De hecho, cuando el edil anunció, a finales de junio, su retirada de las reuniones de los parlamentos falleros, sorprendió que lo hiciera no sólo en la asamblea de presidentes, sino también en los plenos. El acercamiento a este último organismo fue evidente no sólo con la reunión mantenida hace quince días, sino porque, posteriormente, éstos fueron los primeros en ser llamados para debatir cuestiones del Bando de Fallas.

El orden del día no tiene ningún punto a votar y durante la reunión se supone que el concejal simplemente reiterará la hoja de ruta de aquella reunión, consistente en convocar una primera reunión para el Congreso Fallero (será el día 24) como paso previo a la que, en noviembre, debería clarificar si los falleros quieren, a día de hoy, el gran debate para modificar el reglamento y, especialmente, el tipo de vinculación con el ayuntamiento.

La reunión tiene su punto de interés por conocer si estarán presentes y si habrá intervención del presidente y vicepresidente de la Interagrupación, Jesús Hernández Motes y Pedro Pons, quienes, por lógica, sí que acudirán al estar facultados para ello. La relación de ambos con el concejal ha quedado ya definitivamente rota después que el equipo de gobierno anunciara que no los reconocerá como interlocutores tras su presencia en una contramanifestación ultra, ilegalmente convocada, en contra de la concentración vespertina del 9 d´Octubre.

El pleno, además, es un día antes de la reunión de la propia Interagrupación, en la que, en teoría, Hernández Motes y Pons expondrán lo sucedido aquel día y se someterán a una moción de confianza, ya sea formal o simplemente oral. A lo largo de los últimos días las cosas no han cambiado especialmente: tanto uno como otro han reiterado que se encontraban en el lugar de los hechos por convicción valencianista y «de corazón», sin valorar que dicha concentración era ilegal. Justo al contrario, Motes sí que tildó la manifestación que fue a contestar como «ilegal y catalanista». El debate en los últimos días se ha centrado en «valencianismo» y «catalanismo», y no en el hecho de que la contramanifestación no estaba autorizada por la Delegación de Gobierno y acabó con agresiones en la calle. Esto, unido a las imagenes que ubican a ambos al lado de grupos más radicales de ultraderecha, es lo que provocó que el Ayuntamiento (no ya sólo Compromís, sino también el PSPV) ya haya hecho saber que no cuenta con ninguno de ellos como interlocutor por considerarlo una conducta inaceptable.

La Interagrupación tiene todo el abanico de posibilidades por delante: desde adherirse a las tesis de ambos y reforzarlos en los cargos -una parte de la misma ya lo ha hecho de forma vehemente en los últimos tiempos- a reclamarles que dejen sus puestos de responsabilidad, pasando por posiciones intermedias.

Ayer, reunión con Jordi Palanca

Ayer, de momento, la Junta Central Fallera celebró una reunión para avanzar en la confección de la Clasificación de Fallas (que con el nuevo formato tiene sus complicaciones a la hora de asignar una categoría a cada comisión) y la representación corrió a cargo de Jordi Palanca. Esto estaba, de alguna forma, previsto. El problema vendrá cuando haya que sentarse para hablar del Bando de Fallas, donde tendrán que ser otros los interlocutores, como Guillermo Serrano o Juan Bosco Miquel, quien no deja de ser el vicepresidente primero. Esto, en todo caso, es una decisión de la propia Interagrupación.