La vida no da tregua y los acontecimientos se van sucediendo en las personas y las épocas. Hubo un tiempo, no hace tanto, que la niña Nuria Llopis Borrego resultaba elegida fallera mayor de València para el año 2006. Ella y su mayor, Lucía Gil Raga, presidieron de forma brillante aquellas fallas, una pareja solvente, que ya entonces ejercieron el papel de embajadoras de forma sobresaliente, ya fuera ante los entonces Reyes de España Juan Carlos y Sofía o, en el caso de Lucía, ante el Papa Benedicto XVI.

Once años después, Lucía ha alcanzado el doctorado en odontología y Nuria se ha licenciado en Ciencias de la Información y, desde el pasado fin de semana, inicia su particular y más intensa crónica y no en una redacción, sino desde el trono de Na Jordana. Como si el tiempo casi no hubiese pasado. La sede social de la comisión del Carmen se abrió para proclamar a una de sus ilustres. Con el ritual propio en estos casos: la despedida de la fallera mayor de 2017, Dolores Atienza (que, por un problema de salud, tuvo que hacer su hija); los audiovisuales que recordaron la trayectoria de Nuria, de sangre jordanera al mil por cien, el discurso de la nueva fallera mayor, el del presidente Pere Borrego, las emociones desatadas, la música especial (la actuación de Aisha Bordás) y las fotos con aquellos que son importantes en su vida. Ahora empieza de verdad su reinado con mayúsculas. Las de Nuria Llopis Borrego.