La historia de las Fallas ha perdido a uno de sus artistas más veteranos, Víctor López Jover, a los 91 años de edad. Desaparece con él uno de los contemporáneos de la llamada "generación dorada", representantes de una forma de entender la construcción de fallas diferente a la actual, de los que materializaron la transición a la falla íntegramente realidada con cartón.

La trayectoria de Víctor López es la del prototipo del artista modesto, pero no menos necesario para poder dar servicio a la gran cantidad de comisiones que, durante su época de producción, iban creciendo de manera exponencial en una ciudad que, a su vez, iba ensanchándose. Su trayectoria se mueve, oficialmente, entre 1951 y 1986, cuando cumple 65 años. Las estadísticas reflejan una producción abundante: 128 fallas, con una particularidad muy especial: trabajar sobre todo en una zona muy determinada de la ciudad: en el sur. Tanto es así, que más del 90 por ciento de sus fallas las plantó en apenas tres barrios: los Poblats al Sud, Quatre Carreres y Russafa, con una presencia especialmente longeva en las comisiones de Gloria-Felicidad-Tremolar (25 fallas) y Luis Oliag-Mariola (17 fallas).

Fue, sobre todo, un artista de categorías intermedias. Prueba de ello es que nunca plantó ni en Especial (sí que lo hizo en la máxima categoría en las Hogueras de Alicante) ni en Primera A, siendo la categoría de bronce la más alta en la que estuvo, con siete trabajos.

No fue un gran cazador de premios, pero tiene en su palmarés tres primeros premios de falla, dos de ellos coronados con doblete de ingenio (Gloria-Felicidad en 1966 y Cuba-Buenos Aires en 1973). La tercer victoria fue en Rubén Vela-Dr. Waskman, también en 1973. Acumuló un total de 6 victorias en ingenio.

En los últimos años compartió profesión con su hijo, Víctor López Borrás.