El mundo de las Fallas perdió ayer uno de sus grandes personajes históricos. Era un especialista, Iván Esbrí, quien daba la noticia: el fallecimiento del artista fallero Juan Huerta Gasset los 92 años. Con él desaparece uno de los profesionales más importantes que ha conocido la fiesta. Uno de los cuatro miembros de la llamada «Generación de Oro» que completan los ya fallecidos Julián Puche y Salvador Debón y del que todavía pervive el también nonagenario Vicente Luna. Son los que desarrollaron su carrera fundamentalmente entre los años cincuenta y setenta y reconvirtieron la plástica fallera a unos modelos que pervivieron prácticamente hasta finales de siglo. Entre todos, Huerta tiene un papel esencial porque, nada más empezar su carrera en solitario, llevará a cabo un experimento que marcará el devenir de la creación artística: sustituir la cabeza de cera y la tela de un ninot y realizar éste íntegramente en cartón. Esto lo hizo en una figura de la falla Archiduque Carlos-Chiva de 1953 y que establecerá como algo definitivo en la falla José Antonio-Duque de Calabria de 1955.

Nacido en 1925, y tras pasar por la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, su aprendizaje fallero lo hizo en el taller de Regino Más, a quien ayudó en el modelado de algunas de sus fallas más emblemáticas.

Su producción como artista en solitario apenas llega a la treintena de fallas, pero las suficientes como para dejar esa decisiva impronta. En su palmarés hay, además de tres ninots indultados (en 1956 y 1957 para Duque de Calabria y 1961 para la falla Ferroviaria) , hay tres primeros premios en la Sección Especial: 1957 (Duque de Calabria), y, casi al final de su carrera, en Convento Jerusalén (1964) y Plaza del Pilar (1966). Precisamente, esta fue su última falla, pasando posteriormente a ejercer como escultor en la firma Lladró, donde estuvo los siguientes 38 años.

También plantó en la máxima categoría para las comisiones de Mercado Central (1959), Ferroviaria (1961), Ruzafa-Gran Vía (1962), así como dos fallas más en Convento (1963 y 1965) y otra en Duque de Calabria (1956). Otras comisiones para las que plantó fueron Exposición, Cádiz-Denia, Mercat de Russafa o Visitación-Orihuela, aunque una de sus características curiosas es la gran cantidad de fallas que plantó para comisiones que ya no existen (Barraca-Justo Vilar, Dr. Sumsi-Peris y Valero, Organista Plasencia, Botellas-Eixarchs Poeta Querol, Santa Margarita-Trinitarios, Linterna-En Gil o Na Robella-Ángeles). Otro dato curioso es que todos sus primeros premios fueron en la máxima categoría: nunca ganó en secciones que no fuera la Especial. También plantó una falla en la entonces Plaza del Caudillo: la que, en 1958, representaba el agradecimiento de València al resto de regiones de España por la ayuda durante la riada.

Retirado hace años de la primera línea, tampoco que gustara estar en primera línea ni en los focos. Sí que se reconocía ya ayer el error de no haber llegado a hacer una publicación extensa con su obra.