El Gremio de Artistas Falleros perdió ayer a otro de sus profesionales de una época: Manuel Ferrer Gadea. Desaparece con su figura un especialista en carpintería, arte en el que son relativamente pocos los que alcanzaron un grado de excelencia como en el caso suyo. Precisamente, ese dominio de la madera y, por extensión, de los volúmenes y las composiciones arriesgadas era uno de los aspectos que más destacaban los compañeros de profesión, muchos de los cuales se sintieron consternados. No en vano, Manuel Ferrer deja una larga escuela de profesionales que trabajaron con él a lo largo de sus periodos de formación.

Como autor en solitario trabajó para el «cap i casal» y para diferentes poblaciones y en sus obras destacaba precisamente por ese gusto por las composiciones, en un tiempo en el que los materiales no permitían las libertades actuales. Nunca plantó en solitario en la máxima categoría. De hecho, su producción competitiva, que se extiende desde 1975 a 1997, nunca tuvo un primer premio en el «cap i casal», aunque lo rozó dos veces, con otros tantos terceros premios, en Actor Mora y en el barrio Monte de Piedad. En cualquier caso, siempre se movió en categorías medias, siendo su mayor incursión dos fallas en Primera B, en el tramo final de su carrera. En Sección Especial, sin embargo, sí que trabajó para grandes artistas e incluso se recordaba su participación en el primer premio de Sueca-Literato Azorín de 2002 con Pedro Santaeulalia. Era inconfundible su imagen trabajando con un puro en la boca.

La misa tendrá lugar hoy a kas 11 horas en el Tanatorio de Godella y el entierro en el Cementerio de Burjassot. Manuel Ferrer había quedado viudo hacía poco más de un año.

El fallecimiento de Manuel Ferrer se une a una lista demasiado larga de los últimos meses, que ha tenido como anterior despedida la de otro histórico como Juan Huertas.