Corona (Mosen Sorell-Corona) tiene la capacidad de reinventar cada año su apuesta estética. Con diferentes grados de éxito. Su apuesta para 2018 no puede ser más especial y más original. El monumento como tal será una vivienda anodina, realizada por el taller de Manolo Martín. En su interior habrá una gran habitación (completada con muebles viejos donados por el vecindario) en la que el artista conceptual Fermín Jiménez Landa pretende incluso pasar los días. En su interior habrá una estufa que mantendrá una temperatura alta. Dicha estufa estará encendida con una llama, que será el particular final de camino de un fuego que dura ya once meses. Durante la cremà del pasado año, el artista salvó una brasa, encendió una vela; de ahí, un cirio y ese fuego se ha estado conservando en diferentes soportes a lo largo del año, incluyendo un calentador de gas que ha garantizado su pervivencia. Ese fuego completará su ciclo la noche del 19, cuando será el que inicie la «cremà». Todo ello fue presentado ayer con un encendido pirotécnico que trasladó nuevamente el fuego desde un farol a un quinqué, donde ahora permanece a la espera de la «plantà».

«Es el esfuerzo de algo indemostrable, pero que es verdad. Cualquiera podría pensar que el encendido se ha hecho ahora mismo, pero no es cierto. Ha sido una labor de equipo, una proeza si se quiere inútil, pero real, a base de esfuerzo colectivo» teorizaba Fermín Jiménez en la presentación del proyecto. Es, pues, un particular homenaje al fuego, parafraseando a Jean Cocteau que, cuando le preguntaron qué salvaría de un incendio en el Museo del Prado, contestó que «el fuego». «Está presente, es inmaterial y formará un ciclo, un línea recta que, desde un palito, une todo el esfuerzo del año».

La falla infantil la realizará Cap de Suro, con una fantasía sobre el barrio planteada con absoluta libertad compositiva.