Siempre se ha dicho: a las Fallas no les gusta la lluvia. Para nada. Pero mucho menos el viento. Y éste ayer dio el primer disgusto del año cuando se vino abajo la falla Avenida Burjassot-Joaquín Ballester. Un particular maleficio tiene el artista José Jarauta (el que más primeros premios tiene de toda la historia de la fiesta) que, por segundo año, se le ha ido al suelo una falla. Planta tantas que hay que izar remates pronto y justamente éste pilló unas rachas de viento fuerte que hubo en la jornada de ayer. Además, el cruce no ayuda: es amplio y hace un poco de chimenea. «Pepo» Jarauta y su equipo, sin embargo, reaccionaron rápidamente y en apenas un par de horas estaba izado nuevamente y a la espera de restaurarlo.

La comisión, seguramente, firmaría una peripecia como la que le sucedió al artista el año pasado: caérsele la falla (con bastantes más daños que en esta ocasión) y acabar recibiendo un quinto premio.

Pero hay miedo. Durante la tarde-noche de ayer, el viento siguió soplando y con insistencia. A pesar de ello, en algunas demarcaciones se optó por tirar hacia adelante y ya hay remates levantados. Por ejemplo, lo hizo Na Jordana, a pesar de que es una plaza complicada. La «Llibertat» ya luce majestuosa e impresiona viéndola ya con sus grandes elementos izados. Otras modestas también se han levantado, como la torre de vareta de Doctor Sanchis Bergón. En plazas complicadas se levantó una parte, como en la Nova d´Orriols. Pere Baenas optó por seguir retocando en Convento Jerusalén. Y así, todas. No es fácil tomar una decisión porque tampoco se sabe cuanto va a durar el mal tiempo.

Todos miran las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología. Desde el inicio del mes de marzo el tiempo en la Comunitat Valenciana está «caracterizado por el sucesivo paso de frentes de poniente, con alternancia de momentos con el cielo poco nuboso con otros de cielo cubierto y precipitaciones débiles, dispersas y de corta duración». Así, desde Aemet han señalado que lo más «posible" es que persista esta situación durante la semana grande de las fiestas.

Y es que las Fallas de 2018 se están caracterizando por el caos meteorológico, aunque controlado. Las mañanas resisten y, de repente, llega la dosis de locura. Ayer, sobre las tres de la tarde, un torrencial chaparrón. Que a las fallas no las afectó especialmente (poco tiempo, aunque bastante agua), pero que siempre incomoda. Si el viento para, lo otro es soportable. Más recordando la lluvia, ésta sí larga y persistente, del año pasado que tanto daño causó. Ayer se lo hizo más, en todo caso, a los falleros: el domingo previo a fiestas lo es de paellas en la calle. Algunas, todavía como arroz meloso, hubo que sacarlas del fuego rápidamente.La preocupación continúa.