El gran fin de semana de Fallas acabó anoche y lo hizo sin contar todavía con cifras oficiales por parte de la Federación de Hostelería, pero sí con la impresión de que «aunque van a ser unas buenas Fallas, no vamos a llegar a las cifras del año pasado», como así indicaba ayer el presidente de la Federación, Manuel Espinar. Él explicaba que el hecho de que los días grandes hayan sido de viernes a lunes benefició la llegada de gente hasta ayer, aunque para hoy ya esperaban una afluencia menor, sobre todo de aquellos que venían de otros lugares del territorio nacional. También ha sido perjudicial «la cercanía con la Semana Santa, porque hay mucha gente que segmenta venir a una fiesta o a la otra cuando caen tan cerca».

Las terrazas y los bares registraron ayer, de nuevo, llenos, sobre todo los más céntricos, pero Espinar avisa del problema que sigue suponiendo la venta ambulante de todo tipo, así como el exceso de suciedad: «La ciudad está muy sucia. Y no es esa la imagen que queremos exteriorizar de estas fiestas porque no nos hace nada bien ni al mundo fallero ni hostelero», lamentaba. Él pedía un refuerzo mayor de los servicios de limpieza y también de la vigilancia para evitar «la competencia desleal» que supone la venta ambulante. Pues, además, «supone también un riesgo de salud pública», decía.

«Más consenso en el bando»

Una de las novedades este año ha sido la implantación de las vías de acceso y evacuación por motivos de seguridad. Espinar asegura que «hay que poner medidas de este tipo», pero critica que no se haya contado con ellos: «Podrían haber dejado las aceras para que la gente transite hacia comercios y hostelería. Pero la decisión se tomó de manera unilateral, al igual que la decisión de mantener las terrazas cerradas a ciertas horas», criticaba para añadir que «si a partir de una hora te hacen levantar la terraza. Claro que produce perjuicio y mucho y más en estas fechas que hay mucha gente en la calle y hay más facturación». Por lo que pedía que en el bando de 2019 «haya más consenso».

La verdad es que resulta curioso ver cómo calles, normalmente, repletas de sillas y sombrillas, como son las de Ribera o Convento Santa Clara, las tienen plegadas a mediodía. El bando municipal para estas Fallas indica que no pueden poner las mesas hasta las 15 horas, tal y como comentaba uno de los camareros del clásico restaurante Los Toneles. Por tanto, hasta entonces, sillas y mesas están amontonadas en el centro de la calle, pero eso no impide que la gente permanezca allí tomando cervezas y picando algo, incluso más de uno, ni corto ni perezoso, coge las sillas del montón y se sienta tan tranquilamente a comerse su bocadillo o beberse su doble.

«Toda esta calle está reservada desde hace una semana», esta declaración de un hostelero de la calle Conde Altea refleja la masificación y la gran cantidad de visitantes que la ciudad está recibiendo durante estas Fallas. Pero, como decía Pere Fuset, hay que reflexionar «para no matar a la gallina de los huevos de oro».