Las Fallas de 2018 serán muy recordadas por el artista fallero Mario Pérez. Este joven artista de 30 años se ha especializado en crear fallas infantiles y este año su dedicación y esfuerzo se han visto recompensados con tres primeros premios de las cinco fallas que plantaba en València: «Mi mayor satisfacción es plantar cinco fallas y tenerlas todas bien posicionadas para competir, como así ha sido». «La gente también me está felicitando en todos los lugares y, al final, eso es casi más importante que los premios», indica Pérez que ha triunfado con el primer premio en Cuba-Literato Azorín (2ª categoría), l'Antiga de Campanar (sección tercera) y donde ha ganado también en ingeni i gràcia, así como el primer premio en Marqués de Montortal-José Esteve (sección quinta).

Él cuenta a Levante-EMV que el veredicto le pilló plantando otra falla en Tavernes de la Valldigna: «Me fui solo a la furgoneta porque necesitaba un tiempo para mi. Ahí vi que fueron cayendo uno detrás de otro. Estaba sorprendido, pero sabía que tenía un trabajo para competir en todas las secciones». Luego, empezaron a llegar las felicitaciones, de amigos, familiares, de los propios falleros. Especial ilusión le hizo el primer premio de la sección segunda de Cuba-Literato Azorín, no solo porque es el mayor que ha obtenido este año, sino porque se estrenaba en esta comisión y lo hacía con un diseño muy especial: «Se llama «per qué no» y en ella nos remontamos a los primeros años de vida de los niños, donde aún no conocen los límites de las cosas», cuenta. Él añade que entonces los pequeños «ven una caja de cartón y para ellos es un cohete, una casa y mucho más. Luego, con los años, vamos perdiendo eso y solo vemos una caja y ya está, y es una pena». Pérez anima a grandes y pequeños a disfrutar de esta falla y también del resto que ha confeccionado porque él siempre busca un hilo argumental conjunto y que tenga sentido: «Es complicado sacar temáticas frescas y divertidas, sobre todo en las fallas infantiles porque en ellas no puedes tocar muchas cosas», explica. Él argumenta que es «complicado hacer una falla con un hilo perfecto, cuesta dos o tres meses cerrar cada proyecto y que quede todo bien argumentado. No me gusta hacer fallas sin argumento. Lo que busco es que cada una te cuente algo y que sea temática muy infantil», asevera.

Otra de sus favoritas este año es la que ha plantado en Joaquín Costa- Conde Altea, donde esperaban algo más que el quinto premio de la sección primera. De esta falla ha sido el cuarto ninot más votado en el concurso de este año y que se titulaba «érase una vez los 80». Precisamente, esta falla va destinada a que «los niños de hoy sepan cómo fue la niñez de sus padres». «Buscábamos unir tres generaciones en una falla y que fuese para la gente, que se paren, que hablen y digan me acuerdo de esto y de aquello», cuenta. Él reivindica las fallas infantiles y asegura que le gusta más trabajar en ellas porque es una labor «más manual y tradicional». Pérez pone de manifiesto que modela todo a mano, sin usar escaneos ni fresadoras, como sí suele ocurrir ya con las fallas más grandes. Él asevera que «desde unos años las infantiles han cambiado y han mejorado mucho. Hay gente muy competitiva y son realmente buenas». Y asevera que cada vez son más las personas que se le acercan y dicen que «nos gustan más las infantiles que las grandes» a lo que añade que «vamos ganando terreno porque el nivel es muy alto». También lamenta que suelen contar con menos presupuesto y el margen de beneficio es más pequeño. «Son muchas horas para que cada figura salga perfecta», enfatiza Pérez.