Con alguna lágrima, aunque se había prometido a si mismo no hacerlo, la vicepresidenta del Consell Mónica Oltra quemó la falla que ha presidido como fallera mayor de Ángel de Alcázar. Fue una "cremà" lenta, tranquila, en la que también ardió su propio ninot, que no quiso que se indultara.

La cremà tuvo como característica la naturalidad y precisamente en la misma es donde se notaba la condición de la vicepresidenta de ser una fallera más y una vecina más en el barrio. Todo fueron felicitaciones y fotos entre los falleros. "Objetivo cumplido" le decían, en atención, además, de que a pesar de lo exigente de su cargo político, ha conseguido asistir a la práctica totalidad de compromisos como fallera mayor. Acompañada del pesidente Rafa Martí, encendió la traca que, en varios minutos, convirtió su falla en cenizas, de las que se llevó una porción.

Curiosamente, durante la cena los falleros se hicieron una última foto con el estandarte, que será sustituido al llevar el nombre de Ángel del Alcázar, calle que por la Ley de Memoria histórica se convertirá en "Jurats", aunque los falleros suelen llamarse "El Cid".