La fiesta fallera ha desatado una tormenta de ideas para tratar de mejorar la agobiante situación laboral de los artistas falleros. La ecuación entre el dinero que les aportan las comisiones y lo que gastan en la materialización de los proyectos no encaja. La consecuencia es que el oficio se muere a pasos agigantados entre teorías en las que la responsabilidad se pasa a la parte contraria: «Es que las comisiones gastan muy poco en la falla. Priorizan todo lo demás». «Es que los artistas no saben administrar lo que se les da, se vuelven locos y plantan mucho más de lo que deberían». Y entre justificaciones legítimas. «Es que las comisiones tienen que afrontar muchos gastos, no sólo el de la falla, para salir adelante. Y bastante hacen». «Es que si los artistas no ponen mucho más de lo que deben, no se les contrata».

En las reuniones mantenidas por las «fuerzas vivas» de la fiesta (gremios artesanos y las federaciones y asociaciones de falleros) se están buscando soluciones que, si no van a solucionar el tema, por lo menos tratarían de aliviarlo. Aunque el consenso no se antoja fácil.

En medio de esa búsqueda de soluciones, la idea de establecer un mínimo incrementable de forma progresiva para poder entrar en concurso es la alternativa más trabajada. Esa que, a día de hoy, habla de establecer un mínimo de 1.800 euros para competir, que no deja de ser una cifra irrisoria para los presupuestos que se manejan. Los cuales, siendo claramente mejorables, están muy por encima de esa cantidad: sólo hay siete fallas de 381 que no la alcanzan.

Pero también se puso sobre la mesa otra opción, que le gusta a los artistas, pero menos a los colectivos falleros: establecer baremos según el censo de cada comisión. Dicho de otra forma, que la solución no sea gravar a las más modestas, sino establecer los mínimos en función al número de falleros. Para entendernos, por ejemplo, algo similar a los arbitrios municipales para los bares, que varían según del número de mesas que sacan al exterior.

Aplicando un mínimo de racionalidad, esos baremos deberían ser cantidades que supieran combinar la obligación de las comisiones de hacer un esfuerzo mayor que el actual con la evidencia de que éstas tienen que atender muchos otros gastos en su calidad de asociación cultural y recreativa con múltiples facetas. Dos conceptos que nadie puede discutir.

En la reunión, el secretario general de la Junta Central Fallera, Ramón Estellés, sacó unas tablas de excel con la relación entre el gasto en falla y el censo. Todo ello cifras públicas. No gustó mucho en la reunión que se juzgara numéricamente lo que cada falla invierte. Pero el que más, el que menos, la hojeó.

Las tablas, como cualquier estadística, se pueden guiar por diferentes criterios. Existe una que responde con cierta fidelidad: ¿qué comisiones adultas gastan más en su falla grande?

Déjese aparte la falla infantil (en buena lógica, se deberían sufragar con las cuotas infantiles, aunque no siempre ocurra así). Tómese el precio «oficial» pagado a los artistas.. Es el único válido, sea o no sea real. Divídase por un censo aceptable, el del 1 de enero (antes de las incorporaciones de los que se apuntan para ir a la Ofrenda), y elimínese el 25 por ciento que abona el ayuntamiento.

Especial y Primera cumplen sobradamente

Por último, elimínese del ranking las comisiones de Especial, Primera A y B. ¿Por qué? Porque éstas no tienen nada que demostrar: creen en la falla y aportan cantidades respetables. Y también porque, de alguna forma, el cociente sería más irreal que los demás: a esos niveles una parte importante de los ingresos lo aporta el patrocinio.

Si hubiésemos incorporado esas comisiones, los 19 primeros puestos habrían sido ocupados por ellas, por delante de Bailén-Xàtiva. Por ejemplo, encontraríamos como líder a Sueca-Literato Azorín: cada fallero habría aportado 784 euros a la falla de Vicente Llácer. Por detrás iría Cuba-Literato Azorín con 706.

Una vez establecidos los parámetros, llegaremos a la conclusión de que, cifras oficiales en mano, casi 80 comisiones dedican al monumento entre 159 y 60 euros anuales por fallero. Siendo la falla Ferroviaria, de Segunda B, la que más esfuerzo hace. Estas comisiones «monumentalistas» repercutirían en la falla, pues, entre trece y cinco euros mensuales a cada fallero.

Buena parte de los situados en las primeras posiciones se mueven en secciones medio-altas (terceras y segundas), pero también hay incluso de categorías modestas, lo que tiene un mérito añadido.

Si miramos la tabla hacia abajo también hay algunas cifras descorazonadoras. Nada menos que sesenta comisiones dedican menos de 24 euros anuales por fallero (a menos de una moneda de dos eruditos al mes). Algo que, aunque cada comisión es una historia diferente, se antoja poco justificable. Se incluye mucha comisión de categorías inferiores y algunas de las que lideran el ranking de las que más falleros tienen. Son todo datos para enriquecer el debate.

Para conocer el listado con las ochenta comisiones que más invierten por fallero (exceptuando la Especial, Primera A y B), pincha el siguiente enlace.