Dejándonos guiar por la previsión de los mayas el mundo se iba a acabar el pasado 21 de diciembre. Aunque para la inmensa mayoría de la población, se trataba de una interpretación errónea del calendario maya, lo cierto es que sin duda la predicción dio la vuelta al mundo y generado alarma o al menos curiosidad por todos los rincones. De todo ello, se sacó incluso provecho económico, las plataformas principales de smartphones como son Android o iOS de Apple, ofrecieron diferentes apps para explicar y seguir el fin del mundo, por supuesto, la mayoría con contenidos de pagos, distintos destinos turísticos desde montañas en Serbia hasta Francia están llenos, por la promesa de ofrecer un refugio "seguro", y por supuesto tenemos decenas de libros, telefilms y películas que narrarían esta "catástrofe".

Pero ¿Estamos preparados para ello?

Lejos de la ficción, en los últimos años sí hemos sufrido terribles efectos por cataclismos, que han desvelado la fragilidad y los riesgos en los que vivimos. El gran Tsunami del Océano Índico de 2004 o el que el 11 de marzo del 2011 afectó a Japón con la posterior tragedia en la central nuclear de Fukushima son una clara muestra y una advertencia para el futuro.

¿Qué se puede hacer?

En primer lugar está la labor de prevención, y teniendo en cuenta lo impredecible de estos fenómenos, lo único que nos queda es intentar evitar riesgos, como es tener centrales nucleares en zonas inestables con riesgos sísmicos o de maremoto, invertir en energías limpias o en tecnologías sostenibles con un menor impacto en el medioambiente.

Estos negocios aunque "sufren" en momentos de crisis, cuando la investigación tiene importantes recortes, tienen un enorme potencial, ante un mundo en el que los recursos son cada vez más limitados y el medioambiente sufre las consecuencias. Por ello, invertir a través de Fondos de Inversión o Fondos cotizados sectoriales, es una apuesta que puede dar buenos réditos en el medio y largo plazo, especialmente cuando se salga de la crisis.

De la farmacia a la biotecnología

Especialmente son atractivos aquellos que invierten en sectores relacionados con la calidad de vida, como farmacia y la biotecnología. Son productos que combinan buenos aspectos defensivos y ofensivos. Especialmente en farmacia tienen un componente que se defiende en los ciclos económicos adversos, ya que el gasto en medicinas aunque puede reducirse por decisiones gubernamentales, tienen un comportamiento bastante estable. Pero por otro lado también añade un punto de gran crecimiento en el futuro: paliar enfermedades, disminuir el efecto de plagas, ampliar la eficiencia económica de sectores primarios como la agricultura o la ganadería, son necesidades que sólo aumentarán en el tiempo. Igualmente existen muchas opciones de inversión a través de fondos, verticales u horizontales, ya que los hay que invierten de forma global en estas empresas, como otros que lo hacen enfocados solo en algún mercado (Europa, Estados Unidos, Japón?).

Refugios contra turbulencias

Pero si vienen mucho "más duras" tenemos que buscar un buen refugio para nuestro dinero, y este está esencialmente en los bienes más escasos, como es el oro, pero también en otros metales preciosos como el platino o el paladio. ¿Qué podemos hacer? Podemos comprar y tener físicamente oro, aunque tenemos el riesgo de custodia. También se puede adquirir certificados de depósito, que eliminan el riesgo de la custodia, pero a costa de no tenerlo físicamente y con menor liquidez y con un coste que no es accesible para todos los bolsillos, y por último, poder invertir en empresas que extraen este metal y que se benefician claramente de precios altos, cuando la demanda supera claramente la oferta. Esto es accesible, no sólo para los metales más preciados, sino también para cualquier materia prima que escasea.

En definitiva, lo que nos queda es una tierra más frágil, en la que trabajar para evitar y paliar los efectos de esta fragilidad creada por nosotros, algo que también genera oportunidades de negocio.

Antonio Gallardo, iAhorro.com