Esta semana la Unión Europea ha sufrido un momento crítico por lo que respecta a su funcionamiento, ya que José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión anunció que si no se ampliaba en 2.700 millones de euros el presupuesto, a mediados del mes que viene podría provocarse una suspensión de pagos.

Realmente el problema se debe a un recálculo que se tuvo que hacer al haber un déficit inesperado de ingresos en derechos de aduana y la cantidad, poniéndola en relación con lo que aportan los estados, es muy poco significativa.

A pesar de que el “problema” se solucionó al día siguiente, con la aprobación de esta ampliación, las consecuencias no habrían sido tan catastrofistas como el de una suspensión de pagos de un estado miembro.

El caso de los países sí es delicado, ya que supondría un impago de deuda; en Europa tenemos el ejemplo de Grecia, a la que le hicieron quitas para refinanciarle deuda e intentar que se pudiera mantener dentro de la Moneda Euro; incluso sabiendo que toda la economía griega supone solo algo más del 2% de todo el PIB de la Zona Euro, todos recordamos las consecuencias sobre la población debido a duras políticas de austeridad, y que además contagió la visión de los mercados y las exigencias hacia países de la periferia europea, entre ellos España.

Los problemas que generaría un impago de países más potentes económicamente que Grecia (hace poco, vivimos la amenaza de que pasara en EEUU, primera economía mundial) podrían ser los siguientes:

- Pérdida directa para los acreedores, la mayoría bancos y otros países que puede provocar un efecto dominó de impagos de tanto de unos como de otros en caso de tener cantidades importantes de la deuda impagada.

- Condiciones de austeridad drástica impuesta por los acreedores.

- Desconfianza hacia la deuda pública que exigiría intereses más altos a todos los países

- Recesión generalizada debido a los anteriores factores.

En lo que respecta a la Unión Europea como tal como institución, podríamos volver a encontrarnos problemas similares, ya que hay varios conflictos entre los miembros y la Comisión debido a la aprobación del marco financiero 2014-2020.

Sin embargo, en el hipotético caso que se provocara una suspensión de pagos de la Unión Europea (no de sus países), las únicas partidas que se verían afectadas por el impago serían:

- Cohesión y competitividad para el crecimiento y el empleo (es la partida más grande con el 45% del presupuesto)

- Ayudas directas y gastos relacionados con el mercado (31%)

- Desarrollo rural (11%)

- “La UE como potencia mundial” (6%)

- Administración (6%)

- Ciudadanía, libertad, seguridad y justicia (1%).

Como vemos, no hay ninguna partida destinada a pagar deuda, ya que la Unión Europea no la emite; se financia de los países miembros, así que, a pesar de afectar en mayor o menor medida a algunas zonas o sectores y de problemas políticos que se generarían, no estamos hablando de un riesgo sistémico que haga temblar la economía mundial ni europea.

Luís García Langa, experto independiente de iAhorro.