Contar con una ayuda extra a las ayudas públicas una vez haber llegado a la edad de jubilación puede marcar la diferencia que permita a muchas personas, e incluso familias enteras, mantener un nivel de vida una vez dejen de percibirse los ingresos del trabajo.

Una de las muchas formas de obtener ayudas de este tipo es la de realizar una hipoteca inversa. Este tipo de operaciones no son muy conocidas ni utilizadas, pero pueden ser una buena opción según qué casos, sobre todo si no se han utilizado otros productos de ahorro para la jubilación desde una edad temprana.

Una hipoteca diferente

El primer paso es delimitar qué tipo de cliente puede acceder a uno de estos préstamos hipotecarios. Los únicos requisitos son contar con una vivienda en propiedad sin cargas y ser mayor de 65 años o dependiente.

A cambio de poner en garantía el inmueble (eso sí, pudiendo continuar viviendo en él y sin perder la propiedad), el titular de la vivienda recibe una cantidad por parte del banco, que se mantiene hasta su fallecimiento- o por un tiempo determinado, si así se decide. Lo normal es que el banco no financie el 80% de la vivienda, como ocurre en el caso de la mayoría de las hipotecas, sino tan solo una parte de ésta.

Por lo general, el dinero se abona mes a mes, aunque también pueden establecerse plazos diferentes de mutuo acuerdo. La cantidad puede variar dependiendo de diferentes factores y características del titular de la vivienda y de ésta misma.

Por ejemplo, aquellos clientes más jóvenes recibirán cantidades menores de dinero, ya que les asume una mayor esperanza de vida y, por tanto, más tiempo de estar pagando. Por la misma razón, las mujeres también van a percibir menos dinero.

Además, las hipotecas inversas cuentan también con beneficios de cara a la tributación. Al funcionar como un préstamo, los ingresos percibidos no tributarán en el IRPF.

¿Qué pasa con la deuda?

La deuda acumulada por una hipoteca inversa no es exigible hasta que el titular del inmueble no haya fallecido. Por lo tanto, no será él el que deba saldarla, sino que quedará en manos de sus herederos.

A partir del momento que se pueda reclamar la devolución del dinero, quedará en sus manos decidir qué hacer con la vivienda. Si lo que quieren es mantener la propiedad del inmueble, únicamente tendrán que abonar la cantidad que ha quedado endeudada (que será mucho menor al valor real de la vivienda).

El plazo para devolver el dinero no suele ser muy amplio (aproximadamente de un año), por lo que si no lo tienen en el momento pero desean mantener el inmueble, también pueden acceder a la opción de acceder a una hipoteca normal sobre él, pagando una mensualidad hasta completar el préstamo.

Otra opción es la de vender la vivienda. En este caso, el dinero obtenido se destina a terminar con la deuda. Si la cantidad no fuese suficiente, la entidad que ha accedido a la hipoteca podría actuar contra otros bienes de la herencia.

Aunque este tipo de hipotecas no cuentan aún con una gran popularidad, sí son cada vez más utilizadas. Contando con que las pensiones públicas son cada vez más reducidas obtener un dinero extra a través de la vivienda puede ser una opción interesante para complementarla.