Cataluña tiene ahora mismo, tras la integración de Catalunya Caixa en BBVA y anteriormente Unnim, dos entidades con un gran peso y cuota de mercado en España: Banco Sabadell y especialmente "la Caixa". Estas entidades se encontrarían en una encrucijada muy importante ante una hipotética Cataluña independiente, aunque la salida más lógica y probable, de hecho si sólo se tienen en cuentas variables económicas, es clara, cambiar su domicilio social a otro punto de España. Es decir, ser un banco español y no de una hipotética nación catalana. Este sería seguramente la primera gran deslocalización de empresas que produciría la separación de España y la salida de la Unión Europea.

En el caso de los bancos confluyen una gran diversidad de razones y de un gran peso, la principal, dejar de estar bajo el paraguas del Banco Central Europeo. Un cambio de sede a cualquier otra comunidad autónoma de España mantendría por un lado a ambos bancos con acceso a las subastas de liquidez del BCE, que son claves para su actividad bancaria y, por otro, mantendría a sus clientes bajo la protección del Fondo de Garantía de Depósitos nacional y bajo la normativa actual aprobada hace escasos meses y que separa los recursos para los clientes y crea un fondo separado para posibles rescates. Es decir, los depósitos y cuentas de un banco domiciliado en una Cataluña independiente perderían cualquier protección.

Con respecto a la financiación, los problemas llevarían a serios problemas que incluso cuestionarían su viabilidad en el corto plazo. Podrían buscar que filiales en la Unión Europea captaran financiación o liquidez a través de sus filiales pero sería a todas luces sería limitada e insuficiente para satisfacer sus necesidades de financiación. Captar fondos en el mercado también sería más que problemático. Un estado catalán partiría con una prima de riesgo muy alta que determinaría graves problemas de financiación que se extendería a los bancos domiciliados allí. Además, los bonos u otro tipos de títulos que emita un banco catalán difícilmente serviría de garantía para que una filial obtuviera estos fondos.

Desequilibrio estructural

Otro problema a los que se enfrentarían viene definido de la actual estructura de depósitos y préstamos. Cataluña concentra el 20% de los préstamos privados del sector financiero español, pero sólo capta un 15% de los depósitos del sistema, es decir, necesita recursos para equilibrar las cuentas, y esto se los da otras zonas de España.

La pérdida de recursos sería drástica. Ya que lo más probable es que se pierdan recursos (clientes) de otras regiones sería importante que en la propia Cataluña se compensara y el escenario es complicado. La nueva moneda nacería con un grave déficit exterior que llevaría a la devaluación, es decir que lo que se capte sea menos mientras que existen compromisos de préstamos en euros que no pueden desaparecer de un momento a otro.

Aunque en otro sentido, el ejemplo lo tenemos más cerca, en Grecia. Tras un NO rotundo en el referéndum se llegó al acuerdo con la UE, porque los beneficios de un dracma devaluado no compensaba la hecatombe financiera de abandonar el euro. Eso pasaría en Cataluña y los grandes bancos, lo saben.

Antonio Gallardo/iAhorro