«Pasadas las dos de la tarde, concluida su última audiencia del día en palacio, Letizia Ortiz saborea un caramelo aromático. Está cansada. Lleva horas hablando. Tiene la garganta seca y síntomas de un constipado. De un bolso grande extrae un pañuelo gris que se ata al cuello, protegiéndose. Es tarde. Tiene que comer rápido. Pronto llegarán las infantas. Tendrá que atenderlas. A ellas y a sus infinitas demandas. Como Leonor, que pregunta siempre: «Mamá, tú ¿en qué trabajas?» «Por España, hija, para tratar de mejorar mi país», responde impaciente la princesa de Asturias. Si para este reportaje entrevistamos a Felipe y Letizia no lo podemos contar». Así comienza la no entrevista de la edición española de Vanity Fair a los príncipes de Asturias. La portada, en la que aparecen ambos vestidos de gala durante la recepción al presidente de la República de Vietnam, aunque no es la primera, promete convertirse en la portada del año, controvertida y envidiada.

En el reportaje, porque en realidad es un reportaje, eso sí, «más cerca que nunca» de los príncipes, se presenta al futuro Felipe VI como un hombre preparado para reinar y a Letizia como una figura clave por su cercanía a la gente. El texto incluye opiniones de fuentes «próximas» a la Familia Real y de diferentes personas, desde Luis María Ansón a Iñaki Anasagasti. Aunque ella repite «no soy nadie, no soy nadie. El importante aquí es Felipe», la auténtica protagonista es Letizia, una «princesa insólita, fuerte, agresiva, vehemente, enérgica, curiosa y presumida que huele a mora».

La publicación considera que ella es «el flotador de la monarquía»: «Éste es el plus que puede aportar a la institución. Letizia sabe lo que cuesta un billete de metro, el kilo de merluza, la mensualidad de los colegios concertados, una hipoteca o cómo reclamar un recibo del agua al Canal de Isabel II. Entiende lo que le interesa a la gente joven, los problemas de adaptación del sistema universitario español con el Plan Bolonia».

El origen de este reportaje de 14 páginas hay que buscarlo en la llegada a la Casa del Rey del nuevo jefe de relaciones con los medios, Ramón Irribaren. Su misión: rejuvenecer la monarquía, acercarla al pueblo e ir equilibrando el papel del Rey (73 años) con un creciente mayor protagonismo del hijo. Irribaren ya lo dejó caer: Letizia y Felipe estarán pronto en todas partes, en todas las portadas.