Esta semana, las revistas del corazón vienen capitaneadas por el gran acontecimiento social del año, la gran exclusiva que ha recogido ¡Hola! de "la alegre y elegante boda de Carla Goyanes y Jorge Benguria". En un segundo plano se quedan temas como que Arantxa de Benito ha recuperado la ilusión o los planes de vacaciones de los Príncipes de Asturias.

Con un reportaje de más de 30 páginas, la revista ¡Hola! nos desvela cada detalle de la boda de Carla Goyanes y Jorge Benguria celebrada en Málaga, en Finca Cortesín, un enlace que reunió entre sus 500 invitados a aristócratas, banqueros, empresarios y numerosos rostros conocidos.

¡Hola! compartió con la protagonista de la boda, desde los momentos previos a la ceremonia, antes de vestirse de novia, hasta los últimos minutos de la fiesta. Todo un recorrido plagado de glamour, elegancia y, sobre todo, mucha alegría.

La novia llevó un vestido de Rosa Clará con escote en V, en tul de seda natural plisado y falda de encaje Chantilly, terminado en una cola de más de dos metros y medio. Cari Lapique, madre de Carla, Elena Cué, Naty Abascal y las numerosas invitadas pusieron el toque de color y sofisticación a un día tan inolvidable.

Espectacular como siempre, con un vestido de alta costura de Giambatista Valli y llamativas joyas y complementos, Naty Abascal asistió con sus hijos y su nuera, Laura Vecino. La madre de la novia, otra de las más elegantes, lució un traje verde esmeralda de Oscar de la Renta mientras que la hermana, Cari Goyanes, se atrevió, ahora que ha perdido más de 30 kilos tal y como recoge Lecturas, con un vestido drapeado en crepé double de seda color buganvilla y naranja de Jorge Vázquez y sandalias de Yves Saint-Laurent.

El transcurso de la ceremonia

Carla llegó del brazo de su padre, con el velo de tul colocado de modo tradicional cubriéndole el rostro, a una ceremonia que se celebró al aire libre, con el altar bajo una pérgola arbolada, hasta el que la novia se encaminó recorriendo un pasillo formado por exquisitas guirnaldas de flores.

Siguiendo una antigua tradición, durante la ceremonia se veló a los novios, colocando una mantilla sobre la cabeza de la protagonista que caía también sobre los hombros de Jorge. Ya convertidos en marido y mujer, la pareja se dirigió al cóctel al son de la Salve del olé y, al anochecer, tuvo lugar la cena a la luz de las velas.

A las doce en punto de la noche, Cari, que comenzaba a celebrar su cumpleaños, se vio sorprendida con una tarta que sus hijas le llevaron para que soplase las velas. Después, en vez de lanzar el ramo de novia entre sus amigas, Carla quiso gastar una broma a sus primos Carlos y Felipe Cortina dándoles la mitad a cada uno.

Finalmente, para la fiesta, la novia se puso otro vestido también de Rosa Clará, palabra de honor, realizado en organza de seda natural, con cuerpo drapeado y falda de volantes cortados asimétricos.