La cantante, aunque debe permanecer en un segundo plano respecto a su marido, se mostró a su llegada al continente africano muy preocupada por lo que sucede en Chad y escuchó interesada las indicaciones del presidente de ese país, Idriss Déby, y de su mujer, Hinda. También mostró la misma actitud con el mandatario de Sudáfrica, Thabo Mbeki, un comportamiento que en los periódicos galos analizan como una forma de aumentar la popularidad de Sarkozy, que ha bajado desde su boda. Si se comporta como una primera dama, las críticas se terminarán, opinan.

Pero entre actos, visitas y declaraciones, también hubo sitio para el amor, y en todo momento se pudo ver a la pareja muy pendientes el uno del otro, aprovechando algunos momentos de intimidad, para dedicarse caricias o miradas de complicidad que muestran que el matrimonio va viento en popa.