Dentro de la gran cantidad de edificios residenciales históricos de finales del siglo XIX y principios del XX, generalmente con fachada de ladrillo visto que todavía se conservan en la comarca, existe una parte que se caracteriza por estar decorados en sus alzados con motivos inspirados en la arquitectura mudéjar. Concretamente las formas que más se repiten en l'Horta y en la que nos centraremos en estas dos entregas son los rombos, que según Borrás Gualis (1987) representan cruces de múltiples brazos, en la arquitectura religiosa mudéjar turolense en la que se basan. De hecho este motivo se repite en todo el mudéjar aragonés de época gótica y de la edad moderna (renacimiento y barroco), cuyos ejemplos más representativos están considerados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Estas decoraciones que se pueden considerar como de estilo neomudéjar consisten en formas geométricas que se consiguen por la colocación en resalte de determinados ladrillos del plano de fachada, formando dibujos rombales, desarrollados a partir esta figura, confiriendo ritmo y rompiendo la monotonía de los paños simplemente planos. Estos acabados exigían una buena ejecución de la obra de fábrica caravista en la que jugaba un papel fundamental la especialización del albañil y los conocimientos constructivos del maestro de obras que lo dirigía.

Aunque el autor Josep Maria Adell Argilés (1987) —que en su tesis doctoral analiza en profundidad los edificios generalmente considerados neomudéjares de la ciudad de Madrid y de otras destacadas ciudades del país como Barcelona, Zaragoza y Sevilla— considera que éstos forman parte de la que denomina como «Arquitectura de ladrillos del siglo XIX». Ésta surge dentro del movimiento europeo de las últimas décadas de esta centuria y se caracterizó por la construcción de edificios que tenían como denominador común el ladrillo visto formando distintas composiciones. Esto se debe a que, según Adell, «si se analiza esta arquitectura [neomudéjar] con más rigor, atendiendo a aspectos tecnológicos, constructivos y compositivos, nos daremos cuenta que los conceptos que encierra son mucho más amplios, quedándose corta dicha denominación». De hecho, una parte de las 65 muestras estudiadas por Adell en Madrid incluyen paños decorativos profusamente decorados con motivos rombales de entre 1874 y 1930, como los que encontramos en nuestra comarca.

En cambio, en l'Horta más que construcciones de este estilo, lo que encontramos son edificios de viviendas de entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, que incluyen motivos decorativos en sus fachadas de ladrillo visto de raigambre mudéjar, desarrollados principalmente a partir del rombo.

Las primeras muestras que encontramos en la zona y que todavía se conservan surgieron en la ciudad de Valencia, las cuales resultan de interés por su profusión decorativa, en la que estos motivos se extienden a gran parte de la superficie de fachada. El primer ejemplo localizado es la casa que el entonces Barón de Alcahalí reedificó en 1856 en la calle Ruiz de Lihory 7, con proyecto del arquitecto Vicente Martí, en el que se aleja del clasicismo académico del momento. Y el segundo, con poca distancia en el tiempo, que data de 1859 es la casa para Mariano Cruz del maestro de obras Vicente Alcayne en el paseo Russafa 24. A partir de ahí, este motivo decorativo llegó a la comarca de l'Horta probablemente hacia finales del siglo XIX, según se deduce de las numerosas muestras de este patrimonio que hemos localizado, tal como veremos a continuación.

En el Puig de Santa Maria, en el camino de Llíria, se encuentra la Masía Campo Anibal o del Francés, una finca rústica rodeada de huertos de naranjos. Dentro de este antiguo conjunto industrial y residencial, según Inmaculada Aguilar levantado entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, existe una edificación a modo de nave, de planta baja con fachada de ladrillo caravista. Ésta aparece decorada con un motivo rombal liso en relieve de tamaño medio, sobre tres de sus cuatro huecos. Este conjunto se encuentra protegido por el catalogo del Plan de Ordenación Urbana de 1999, aunque ha sufrido algunas reformas interiores y en su entorno, consecuencia de su uso para banquetes.

En Massamagrell, en la singular calle Ramón y Cajal 6 por la que el metro pasa por el eje central de la misma, se conserva una de las fachadas de este tipo más interesantes de la comarca, en la que sus paños están cubiertos prácticamente en su totalidad con decoraciones rombales. Éstas, que están dispuestas de forma concéntrica y ordenadas en columnas formando relieves, se desarrollan en la planta primera sobre un fondo de ladrillo de color rojizo. Sin embargo, este frente que pertenecía a una casa histórica de planta baja y una altura, ha quedado como fachada trasera de un edificio de viviendas con más niveles que se construyó en 2002. Consecuencia de ello ha perdido su función de acceso y se han eliminado sus carpinterías originales de madera. La pervivencia de esta parte original de la casa, a pesar de las transformaciones sufridas, fue posible ya que se encontraba catalogada por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1991.

A continuación, en la calle Major 50-52 esquina calle Sant Vicent de Massalfassar, encontramos un edificio, conocido como «Ca la Benjamina», formado por dos casas adosadas de planta baja y una altura, como el resto de las que veremos en la población, en cuya fachada principal se combina el ladrillo visto y partes enlucidas rehundidas, con decoraciones de rombos sobre las ventanas del nivel inferior y bajo el alero en el que se suceden a modo de cenefa corrida.

En la calle de la Mar 8, continuación de la vía anterior, apreciamos una casa entre medianeras con fachada de ladrillo caravista, que presenta motivos de medio rombo, aunque de forma sencilla sin generar figuras concéntricas, bajo el voladizo del balcón de la planta primera y en el antepecho de coronación de la construcción. Colindante a la anterior, en el número 10 de la misma calle, se observa uno de los ejemplos más interesantes de la población de las primeras décadas del siglo XX, con una estrecha fachada de ladrillo visto, en el que a la altura de la planta primera está decorada varias columnas de rombos separadas entre sí, bajo una decoración lineal de azulejos cerámicos con motivos egipcios que repiten el mismo modelo.

En la calle de la Mar 47-53 encontramos cuatro casas colindantes, entre medianeras, que presentan de forma localizada decoraciones rombales. Mientras que en el número 47, estos motivos los distinguimos únicamente sobre las ventanas de la planta baja, en una fachada que combina ladrillo visto y partes enlucidas. Sin embargo en los números 49, 51 y 53, con fachada íntegramente de caravista y casi a la misma altura, podemos observar bajo la cornisa, a modo de cenefa corrida, diferentes motivos de este tipo. De este modo, en el número 49 vemos formas de medio rombo a modo de zigzag, que en el 51 pasan a ser rombos rehundidos sobre el plano de fachada, separados entre sí; y en el 53 una línea de rombos simples en relieve fruto de la combinación de dos aparejos a soga, es decir, dispuestos longitudinalmente con uno a tizón, colocado transversalmente al paramento. Todas estas fachadas se encuentran catalogadas con protección ambiental, que desafortunadamente permite la «fiel reconstrucción» de las mismas.

Llegamos a Foios, donde existen tres ejemplos que contienen en sus alzados motivos rombales, que además están resueltos en su totalidad en ladrillo visto y que son de planta baja y dos alturas. El primero de ellos se observa en la calle Doctor Millán 40-42, junto al paso a nivel del metro y es conocido como «Ca Segura», el cual según Abel Soler (2003) data de 1912. Éste presenta diferentes decoraciones que visten sus paños de fachada, que en su último nivel alberga motivos de este tipo alineados en columnas de uno, entre las tres puertas-ventanas y los extremos. Así como motivos de medios rombos bajo el alero, que van acompañados de otras disposiciones en el aparejo de ladrillo generando relieves.

El segundo ejemplo se ubica en la plaza del Poble 9, esquina calle La Unió 1, construido hacia 1900 y ubicado frente a la Iglesia de la Asunción de la población, en el que la planta baja y la primera presentan decoraciones de rombos concéntricos. En el caso del alzado recayente a la plaza del Poble están dispuestas en columna, entre los huecos de fachada y con cenefas verticales compuestas por rombos simples en resalte, en los extremos. Sin embargo, en el alzado lateral, debido a la distancia entre los huecos de este lado, se hallan dos columnas de motivos concéntricos acompañados también por una cenefa vertical con decoraciones simples, que se repite junto a la esquina. Y en el último, en la calle Francesc Corell 16-18, encontramos una construcción en cuyo nivel inferior, en los paños del muro de fachada, se aprecian decoraciones de este tipo también de dibujos concéntricos agrupadas verticalmente de dos en dos. Estos tres edificios se encuentran catalogados con protección parcial, según el PGOU de 1990.

En Meliana, en la calle del Lledoner 46, junto a la antigua estación del «trenet», encontramos una casa de planta baja y una altura con fachada de ladrillo visto, en la que estos motivos aparecen alineados en una columna entre los huecos de la planta primera. Éstos se combinan con decoraciones de mosaico de gres porcelánico de Nolla, uno de los materiales más representativos de esta población en la que, según Manuel Villodres, se empezó a fabricar hacia 1862. Esta construcción no se encuentra protegida.

Y hasta aquí la primera entrega de nuestro recorrido. La próxima semana continuaremos con la muestra de fachadas decoradas con motivos neomudéjares rombales de ladrillo ubicados a lo largo de la comarca.