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L'Horta Sud 30 años después (II)

Esta semana veremos la segunda entrega de la muestra del patrimonio más emblemático de la comarca a través de una publicación de 1982, que se ha convertido referente para conocer cómo ha evolucionado el patrimonio arquitectónico de l'Horta Sud desde entonces.

Continuamos en Picanya el recorrido iniciado la semana pasada, a través de las imágenes recogidas en la publicación de 1982 «Jornades comarcals sobre el patrimoni arquitectònic i urbanístic de l'Horta Sud». Las fotografías para el libro de esta población fueron realizadas por Carles Dolç y que sirvieron para ilustrar la ponencia que este arquitecto firmó junto con Juanjo García Soria y Marius Bevià sobre su patrimonio arquitectónico, ya que los dos primeros eran los autores del primigenio catálogo del municipio de junio de 1982, que no llegó a aprobarse entonces.

Una de las tipologías más representativas de la población es el «hort», de hecho el libro incluye una imagen de «l'Hort de Coll», uno de la decena de interesantes «horts de tarongers» que definen el paisaje de Picanya en la zona sur del término municipal, en el antiguo secano. Según Dolç y García Soria éstos «combinan el uso residencia con el agrícola? 'L'Hort' destaca por sus dimensiones en volumen, por tratarse de una arquitectura culta, por la incorporación del porche en la fachada principal (siempre orientada al este), siguiendo lenguajes distintos según la época». Esta tipología desarrollada entre 1880 y 1930 por la burguesía valenciana ha sido estudiada en profundidad por el doctor en historia del arte Adrià Besó Ros en su tesis doctoral (2010) inédita. Ya en 1999, Besó publicó el libro «Els Horts de tarongers de Picanya: Arquitectura i paisatge» en la colección «Pont Vell». En este estudio primigenio el autor estableció que l'Hort de Coll fue construido hacia 1920 en estilo tardoelecticista en la partida del «Canyaret», en el centro de una parcela irregular de casi siete hanegadas y acompañado de un jardín. La construcción en forma de L y planta baja y dos alturas presenta en su último nivel diferentes volúmenes cubiertos de forma plana a dos y cuatro aguas, respectivamente. El edificio se caracteriza por la simetría de su fachada principal, de la que sobresale sobre el acceso un soportal de planta cuadrada coronado por una balaustrada y por una torre lateral adosada a su fachada sur.

En 1982 fue incluido en el catálogo de patrimonio arquitectónico del municipio, quedando protegido legalmente con la aprobación parcial de este documento recogida en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1990. Sin embargo, entre 2004 y 2005, sufrió una intervención tras la que se destinó a la celebración de eventos como bodas —uso al que también se han destinado otros «horts» de la población—. Actuación en la que se le dotó de piscina y donde los fondos de sus fachadas, que simulaban mampostería, fueron pintados de color granate y los recercados de muros y huecos de ladrillo rojo fingido en color blanco, lo que afectó la autenticidad de este conjunto. Esta actuación quedó complementada hacia 2013 con la cubrición de un espacio anexo de planta baja.

La Alquería de Mangarrota se ubicaba en la partida de La Foia a principios de los 80, momento en el que ya presentaba signos de deterioro. Según explican Adrià Besó y Caterina Pérez (2004), ésta estaba formada por un volumen principal alargado de planta baja y «andana» con cubierta de teja curva, que presentaba adosado en su parte posterior un cuerpo con forma rectangular entorno a un patio central en el que se ubicaba el establo. Según recoge Carles Dolç y García Soria en su ponencia de 1982, las alquerías ubicadas en la huerta del norte del término de Picanya, perteneciente al antiguo término de Vistabella, son una «construcción tradicional del regadío de la comarca de l'Horta. Todo y haber sido derribadas muchas en este siglo [XX], aún se conservan algunas de mayor interés. Este es el caso de la Alquería? [de] Mangarrota del siglo XVIII.Sin duda, estas alquerías son una de las partes más valiosas del patrimonio de la población y, al mismo tiempo, la más necesitada de una urgente protección, por el deterioro progresivo al que están sometidas».

Las palabras de entonces de Carles Dolç y Juan José García fueron como una premonición ya que, por un lado, tras quedar incluida en su catálogo de patrimonio arquitectónico de Picanya, redactado en 1982, la alquería finalmente quedó excluida del mismo con su aprobación parcial en 1990. Por otro lado, su estado fue agravándose entre los años 80 y 90 hasta quedar en ruinas, siendo sus restos demolidos a finales de esta última década. Sobre su solar y los terrenos colindantes se levantó, hacia el año 2000, la delegación de una conocida empresa alemana de transportes, que actualmente forma parte del Polígono Industrial Alquería de Moret, junto a la autovía de Torrent (CV-36).

En el edificio residencial de la plaza Major 11 y calle de Esglèsia 2, se ubica en la parte derecha «L'Ateneu» de Picanya, construcción que a principios de los 80 se encontraba en buen estado de conservación y que Dolç y García Soria recogieron como un monumento destacado del centro urbano de la población. El bien es de planta baja y una altura, según Adrià Besó y Caterina Pérez (2004), con una fachada de hacia 1910, en la que presenta elementos decorativos modernistas entre los que destacan su antepecho de coronación y su cerrajería, «mientras que en su interior el vestíbulo presenta una decoración propia del eclecticismo». Según establecen Febrer Romaguera, Fernández Aragón, Royo Martínez y Sanchis Alfonso (2008), en 1868 todavía se ubicaba sobre su solar la alquería de Sant Joan del Mercat, que perteneció al clero de esta parroquia de Valencia, una de las alquerías que son el germen del actual núcleo urbano de la población. El edificio donde se ubica «l'Ateneu» fue incluido por Dolç y García Soria en su catálogo de 1982, quedando protegido legalmente con la inclusión parcial del mismo en el PGOU de 1990. Actualmente la construcción presenta muestras de deterioro a la derecha de su planta primera y, por tanto, se encuentra necesitada de una restauración que incluya un criterio único y coherente para los colores de su alzado.

Llegamos a Paiporta, donde está la emblemática Villa Amparo, una antigua residencia de recreo de un «hort de tarongers» de 1918, de estilo eclecticista clasicista ejecutada por el maestro de obras José Fenoll a las afueras del casco urbano de la población, junto a la carretera a Valencia. Según Eva Sanz Gisbert, fue promovida a costa del adinerado consignatario de buques y exportador de cítricos y cebollas Juan Miguel Olcina. Este edificio de volumen longitudinal, planta baja, primera y terraza plana, se caracteriza por sus huecos de fachada con arcos de medio punto, también presentes en sus miradores y en la terraza de la planta primera, y por estar rematado superiormente por un templete circular, coronado por una cúpula revestida de «trencadís» de colores blanco y azul.

Este monumento, que ha quedado dentro de una zona verde perdiendo su entorno de naranjos del que disfrutaba a principios de los 80, está protegido por el catálogo municipal de 1998 y es propiedad del ayuntamiento desde el año 2003. El bien vio agravado su deterioro en las últimas décadas, hasta que a principios de 2014 se iniciaron actuaciones de consolidación que continúan actualmente. Un ejemplo de éstas es la reconstrucción que se llevó a cabo el pasado año del casquete de la mencionada cúpula, en lugar de la preservación de la parte que se conservaba y la reintegración del sector faltante o el contundente refuerzo estructural que se está llevando a cabo de su cubierta.

El segundo caso de monumento destacado de este municipio cuya fotografía recoge esta publicación de 1982 es una interesante construcción que recaía a la calle de la Iglesia 26, Dr. Ferrand y plaza Major, que en el libro se denomina como «Casa romántica» probablemente del último cuarto del siglo XIX, con un singular y esbelto miramar. Este destacado edificio de planta baja y una altura que se ubicaba junto a la Iglesia de Sant Jordi (S. XVIII) fue derribado hacia 1998 para construir un edificio de las mismas alturas, lo que además de llevar a la pérdida de un elemento patrimonial interesante de la población afectó al entorno de este monumento religioso.

A continuación, en Benetússer, en el paseo del Calvario, cuando se realizaron las jornadas en 1982 se conservaba ya únicamente la puerta de acceso al que había sido el «hort» del Marqués de Dos Aguas, el cual había albergado el huerto de la casa señorial de los señores de Benetússer ubicado en un extremo de la población, junto al camino Vell de Picassent. Esta portada de estilo barroco está compuesta por un altozócalo de piedra decorado por grandes volutas y un arco de medio punto de ladrillo aparejado, que sustenta una cornisa y un antepecho de geometría mixtilínea coronado con copas de piedra labrada. Según Navarro Soler (1927), en origen ésta estaba acompañada de una tapia —que todavía se conserva en el lado que linda con la acequia de Favara junto al límite con Paiporta— que cerraba el huerto señorial, el cual contaba aproximadamente 48 hanegadas de superficie. En el mismo la historiografía establece la existencia de un jardín de exuberantes y variadas plantas y un templete con cúpula. Probablemente, esta puerta tiene su origen en la reedificación del palacio señorial de Benetússer por parte de los Rabassa-Perellós, marqueses de Dos Aguas, que como recogen Antoni López y Vicent S. Olmos (1983) se llevó a cabo en el siglo XVII. Sin embargo, este palacio fue derribado en el año 1934 y las últimas tierras del señorío, incluido el huerto, fueron vendidas a sus arrendadores y particulares.

Entre los años 40 y 50 sobre el camino del cementerio, junto a la puerta, se plantaron cipreses y se dispuso un calvario y, entre finales de los años 50 y principios de los 60, sobre las tierras del desaparecido huerto, se edificó el grupo de viviendas Nuestra Señora del Socorro. En 1982, cuando se realizó el libro, la portada estaba en estado de deterioro y presentaba su hueco cegado con ladrillo, el cual fue abierto en esa misma década. Entonces la acequia de Favara todavía se encontraba descubierta en ese tramo junto a la puerta, siendo soterrada a finales de los años 90. Afortunadamente, esta portada fue protegida por el catálogo del PGOU de 1989 y restaurada por última vez por el consistorio en 2013, aunque sufre el paso de un tráfico continúo pegado a la misma y los campos de huerta de su entorno han quedado abandonados.

Dentro de la interesante arquitectura industrial con la que ha contado l'Horta Sud, el libro reproduce dos imágenes de la antigua «Fábrica de Tableros y Chapas Gonzalo Felipe» de Benetússer, más conocida como «La Xapa». Este interesante complejo industrial, originario de mediados de los años 20, estaba formado por diversas naves y otras edificaciones —dentro de la manzana conformada por las calles Major, Marqués de Turia, Francisco Almarche y Ntra. Sra. del Socorro— y se fue ampliando entre la década de los 40 y los 50, quedando sin actividad en los 70.

En 1989, el catálogo del PGOU solamente protegió la residencia de recreo del propietario de la factoría conocida como el «Chalet de La Xapa» —de estilo Art Déco, fruto de una reforma en los años 30 de una construcción anterior— y la chimenea de ladrillo. Por ello únicamente se salvaron estos dos bienes cuando el consistorio expropió y derribó el conjunto en los años 90. En 2003 se urbanizó su solar como plaza de la Xapa, ocupando el lugar donde se levantaba este conjunto fabril, mientras que en 2010 fue rehabilitado el chalet para acoger un uso cultural y a día de hoy la chimenea presenta pintadas en su base.

Llegamos a Catarroja, población en la que próximo a la estación del ferrocarril, en el lado del Polígono Industrial El Bony, se ubica la antigua y conocida fábrica de conservas «El Quijote», de en torno a 1920, que según Ferrer Selma y Máñez Solsona (2015) perteneció a Salvador Escrivá. Ésta en su fachada oeste de planta baja y una altura recayente, junto a las vías del tren, se encuentra profusamente decorada con diferentes acabados cerámicos, como azulejos de serie, rotulaciones, «trencadís» o paneles publicitarios de este material.

El cuerpo del edificio que se conservaba a principios de los 80 estaba formado por una nave alargada de aproximadamente 50 metros cubierta a dos aguas con teja plana, de la que en 2007 se demolieron cuatro quintas partes de su longitud, incluido el soportal de su fachada oeste y una chimenea de ladrillo. Esta última también a pesar de que por la modificación de la Ley de patrimonio cultural valenciano de febrero de ese mismo año tenía la consideración de Bien de Relevancia Local. Sobre su solar se construyeron tres naves industriales de nueva planta que hicieron perder la autenticidad a este conjunto, quedando únicamente en pie la parte que observamos en la actualidad, a falta también del tramo superior de su torre en esquina que desapareció a mediados de los 80. Los restos de esta antigua fábrica se encuentran en un avanzado estado de deterioro que necesita de una actuación urgente de consolidación, aunque afortunadamente, el edificio se encuentra protegido como Bien de Relevancia Local por el catálogo de bienes y espacios protegidos de Catarroja de 2011.

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