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Patchwork para la patrona

Una artesana de Alaquàs confecciona un manto para la Virgen del Olivar con la técnica más de moda

Patchwork para la patrona

Durante años, Susana Gómez Paredes ha rezado a la Mare de Déu de l´Olivar para pedirle por su familia y amigos. Y ahora que su marido, Francisco Estreder, es clavario, ha querido agradecerle todas las veces que la ha escuchado. Por ello, esta artesana, que es profesora de patchwork, ha elaborado un manto para la «moreneta» con este sistema, de hace miles de años pero tan de moda ahora, que será bendecido la semana próxima y lucido por la peregrina el 7 de septiembre, en la Pujà.

«Esto sólo se entiende desde la fe», explica Gómez, que ha invertido gran parte de su tiempo libre de dos años en elaborar minuciosamente esta prenda y la del Niño. «Al final, cada puntada ha sido una oración. Comencé pidiendo por el hijo de una amiga, luego he pedido por mi madre o por otra amiga que iba a tener un bebé», explica.

Lejos de las casullas bordadas en oro, de las que la Mare de Déu de l´Olivar tiene decenas, la artesana ha utilizado una tela de algodón, sobre la que diseñó, con ayuda de su hermana, la profesora y Licenciada en Bellas Artes, Raquel Gómez, un motivo que representa las ramas de un olivo. El manto tiene 53 centímetros de alto y 148 de contorno. Con la técnica del «appliqué», considerada la más difícil del patchwork, Gómez dibujó, recortó, pegó, montó y cosió con un finísimo hilo cerca de un centenar de hojas de olivo de distintos tonos de verde, más las del manto del Niño, en tamaño miniatura. Para las aplicaciones utilizó telas japonesas con menor trama.

Aunque inicialmente planeaba estrenar la bella prenda el día que la patrona visitó su casa, en los habituales traslados entre festeros, el fallecimiento de su suegra, Teresa García, aplazó el proyecto meses. Y cuando lo reemprendió, pensó que sería adecuado para el acto de la Pujà, un traslado con cohetes «en el que se le suele poner un manto sencillo y éste puede lavarse sin problemas».

«Yo lo he hecho desde la devoción. Eso explica tantas horas de trabajo. Después de la Pujà, el uso que le den quedará a disposición de la parroquia y los festeros del futuro. Puede que quede en un cajón del camarín para siempre», concluye.

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