La corporación municipal de Alboraia ha aprobado una modificación de la ordenanza municipal por la que se prohíbe el acceso a las playas de los perros durante todo el año. Hasta ahora, la ordenanza prohibía únicamente la presencia de los canes en los arenales de la localidad durante el verano y en horario habitual de baño. Es decir, los dueños de animales —no sólo domésticos, sino también de uso agrícola— podían sacarlos a pasear por las playas de noche o primera hora de la mañana durante la temporada estival, y a cualquier hora el resto del año. Pero tras la decisión del pleno del pasado lunes, la prohibición se extiende a todo el año.
En un principio, la propuesta presentada por el PSPV incluía la prohibición de acceso a todas las playas de la localidad, pero el grupo municipal de Compromís logró introducir un cambio en el texto para permitir que, al menos, los dueños de los perros puedan acceder a la playa Dels Peixets y a la desembocadura del Carraixet, dos zonas de litoral en la que apenas hay bañistas ya que no se encuentran acondicionadas.
«La prohibición del acceso de perros durante todo el año nos parecía excesiva —explica la portavoz valencianista Àngels Belloch—. Somos conscientes de que los vecinos y paseantes de otros pueblos quieren pasear tranquilos por las playas sin que un perro se les tires encima. Pero también somos conscientes de que pagan justo por pecadores y que los propietarios que dejan que sus animales molesten a los otros ciudadanos, dejando sus defecaciones donde las hayan hecho o soltándolos cuando pueden molestar, son una minoría».
Por ello, y a petición de Compromís, la nueva ordenanza «prohíbe el acceso de animales de compañía y de uso agrícola o ganadera en las aguas y zonas de baño de la Patacona y Port Saplaya». Pero, en el caso de la desembocadura del Carraixet y de la Platja de Peixets «se permitirá el acceso de los perros con la obligación de cumplir la ordenanza de posesión de animales potencialmente peligrosos y la ordenanza reguladora de tenencia y protección animal».
Estas dos ordenanza establecen que los perros deberán ir con correa, y con bozal en el caso de que su peligrosidad sea «razonablemente previsible». Los perros peligrosos, además, deben estar vigilados, provistos de su correspondiente identificación, con bozal y atados a una correa que no supere los dos metros.
