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Un dueño de la Torre de Espioca pide subvenciones para rehabilitarla

La fortificación, enclavada en Picassent y que corre peligro de venirse abajo, es propiedad en un 51 % de una inmobiliaria El 49 % restante es de los ocho herederos de Cantos Figuerola, ministro de la República

Un dueño de la Torre de Espioca pide subvenciones para rehabilitarla

La Torre de Espioca de Picassent, una fortificación andalusí del siglo XII con categoría de monumento desde 1993 y que se encuentra al borde del derrumbe, es propiedad de una inmobiliaria valenciana . El inmueble pertenece en un 51 % a dicha mercantil „Comercial Benpaes„ y en el 49 % restante a los bisnietos (ocho en total) del que fuera ministro de Justicia durante la II República, el burrianense Vicente Cantos Figuerola. La compraventa se formalizó en 1979 con la intención de levantar en los terrenos adyacentes un polígono industrial que jamás llegó a materializarse.

De momento, y dado que Cultura ha instado a la propiedad a actuar para salvaguardar la construcción y evitar que ésta pueda venirse abajo, el dueño mayoritario (la inmobiliaria) ya ha pedido a la Dirección General de Cultura que incluya la Torre de Espioca «en el Plan Anual de Conservación y Enriquecimiento del Patrimonio Cultural Valenciano». El fin de esta solicitud es que «parte del dinero de aportación pública se destine a la conservación y rehabilitación» de la fortificación, según especifica el documento que la mercantil ha hecho llegar a la Generalitat.

La firma también plantea a la conselleria que «proponga al Estado incluir la Torre de Espioca como prioridad para realizar en ella trabajos de conservación y rehabilitación con cargo al 1 % de los fondos de aportación pública a las obras del Estado», tal como prevé «la Ley del Patrimonio Histórico Español». P0r ahora, la empresa no ha recibido respuesta, según explicó ayer a Levante-EMV Javier Ferrando, administrador de la comercial dueña de la torre.

El hombre aseguró que su intención es «afrontar el cuidado y mantenimiento» de la fortificación, pero destacó que por sí mismo no puede hacer nada, ya que el monumento está enclavado en una finca agrícola de dos hanegadas y carácter indiviso. «Creo que lo más idóneo „afirmó„ es que los dueños nos sentemos con las administraciones implicadas y, entre todos, busquemos una solución». Tal postura, defendió, «no pretende esquivar la responsabilidad sobre la torre» pero sí «involucrar a la administración» debido al «enorme desembolso económico» que exige la rehabilitación del edificio. Mientras esa reunión no se produzca, Ferrando declinó pronunciarse sobre cómo actuar en la fortificación «porque no es mía en su totalidad, sino que hay otros propietarios» y ellos «también pueden tener algo que decir».

Uno de los otros dueños, Ignacio Cantos-Figuerola, también manifestó ayer su intención de actuar «para que la torre no se caiga», pero evidenció su espanto por la reclamación que plantea hacer visitable la fortificación. El edificio «ha estado siempre vacío y tiene poco espacio interior», insistió, «así que no entiendo qué quieren que se visite cuando no hay nada». Sobre el estado del inmueble, destacó que no lo ve«tan mal» como dicen los informes técnicos. «Ha resistido nueve siglos y ahora parece que no le puede caer ni la lluvia», dijo. Aún así, está dispuesto a «apuntalar si es necesario», aunque considera que «primero habría que determinar qué hay que hacer exactamente para salvar la Torre» de Espioca.

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