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una brújula para gobernar

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Qué es un pueblo? ¿Qué es el Puig de Santa María? Tendemos a pensar que un pueblo es un objeto muy grande que tiene las características de una cosa inmensa y que, sin ningún tipo de problema, se puede vender a trozos, manipular, o utilizar para conseguir aquello que deseemos. Pero el Puig, igual que todos los pueblos de l'Horta, no es una cosa, sino un organismo vivo, un ser histórico vital que nació hace cientos de años y que ha ido heredando una riqueza patrimonial que le ha ido dotando de mayores posibilidades.

El patrimonio histórico es todo aquello que hemos heredado de nuestros «padres culturales» y nos ha posibilitado alcanzar el nivel de vida actual. No es algo pasado de moda sino el alimento que necesita el presente para avanzar. Y es la fuerza de la que debemos ser conscientes a través del conocimiento de nuestra Historia, para dominarla y dirigirla, impulsándonos hacia un futuro solidario.

Sin embargo, desde los años 50 del siglo XX, hemos podido diagnosticar una grave enfermedad en los habitantes de l'Horta. De repente, a pesar de haberse amamantado del alimento cultural-patrimonial que proporcionaron nuestros antepasados, apareció la enfermedad del hombre masa y se pensó que si destruíamos o renunciábamos a todo nuestro pasado (la huerta, la identidad, un patrimonio emblemático como el monasterio del Puig, el castillo...) progresaríamos más. Pero sin la defensa, estudio y conservación del patrimonio histórico no hay memoria. Y sin memoria no hay identidad y habrá que comenzar siempre desde cero, como un ser vacío, anónimo y sin Historia, un ser sin proyectos, aleatorio, caprichoso y sin futuro.

Y la otra pandemia de l'Horta que apareció por los años 75-80 es la de la cosificación. Se creía que nuestro territorio era algo en venta, que se puede intercambiar sin problemas. Y no es así, pues nuestros «padres» patrimoniales nos muestran que hay que esforzarse, cuidar y amar el territorio, porque no es algo natural sino algo que ellos crearon, a través de un trabajo de generaciones. De lo contrario, los habitantes de l'Horta corren el peligro de que les ocurra lo que al rey Midas: que al transformarlo todo en cemento, todo lo que toquemos sea cemento, habiendo renunciado a la verdadera riqueza de nuestro territorio.

Una apuesta coherente y valiente

¿Por qué es importante una Concejalía de Patrimonio Histórico? Porque, llevada a término en todas sus consecuencias, responde a la pregunta de quiénes somos, qué sentido tiene nuestro pueblo, hacía dónde vamos, y de qué manera debemos avanzar. El patrimonio constituye nuestra memoria, nuestra identidad, la posibilidad de construir un proyecto político coherente y solidario. No es de izquierdas ni de derechas sino que es el padre y la madre que une, a través de todos los ingredientes culturales, a todos los miembros del Puig y de l'Horta.

La apuesta de la alcaldesa Luisa Salvador de crear una concejalía de Patrimonio Histórico, que dirige Julià Oriola, es la más coherente y valiente de todas, porque significa apostar por un proyecto que va más allá de las siglas. Hay un hilo histórico que une pasado, presente y futuro y constituye el verdadero cuerpo del pueblo en el que vivimos y nos proyectamos social y políticamente. Por ello, se constituye esta concejalía que estará dotada económicamente como se merece. Pues, de lo contrario, ¿se puede gobernar lo que se desconoce? Evidentemente no. Hasta ahora, el patrimonio ha sido esclavo y víctima de un urbanismo caprichoso, de unas fiestas que celebramos pero que no comprendemos, de un turismo que no tiene proyección si primero no se recupera el patrimonio que le da cuerpo y sentido, de partidos que saben de su importancia pero no creen, al cien por cien, en su valor social y político. Todas las concejalías adquirirán sentido cuando reconozcan que nuestra Historia, que nuestro patrimonio histórico es el que las fundamenta y dota de comprensión y sentido.

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