Trini Lavarías lleva nueve años viviendo en una planta baja del barrio de Los Grupos, en Benetússer, y ya no sabe adónde acudir. Desde hace ocho sufre «una invasión de ratas y cucarachas» y nadie, ni siquiera el ayuntamiento, le ofrece solución a un problema que obedece a la cercanía de su casa con la antigua piscina de Fabra, un solar abandonado «lleno de maleza, escombros y basura».
El nivel de infestación del domicilio es tal que los roedores campan a sus anchas por el falso techo y los tabiques de la vivienda hasta el punto de que, cuando mueren, sus cadáveres se descomponen allí y obligan a los inquilinos «a salir de sus habitaciones» e improvisar alcobas «en cualquier sitio» de la casa «al que no llegue el hedor». La escayola, de hecho, está repleta de manchas pardas (las hay en todas las estancias) que indican con precisión los lugares en los que ha caído una rata.
«Es horroroso „denuncia Trini„. No podemos vivir aquí y tampoco tenemos medios para irnos a otro sitio o para arreglar por nuestra cuenta el sistema de saneamiento». Y es que el marido «sólo trabaja cuatro horas al día y cobra 600 ?», lo que les deja las manos atadas para acometer una obra presupuestada en 2.000 ? „la estanqueidad de los forjados„ que minimizaría el problema.
Su única opción, así, ha sido ir a reclamar al ayuntamiento «durante ochos años seguidos» para que «adecenten el solar» y, aunque lo han logrado en un puñado de ocasiones, la infestación persiste «porque el saneamiento público está para renovar» y la limpieza de la parcela «nunca ha sido profunda». El consistorio incluso les «ha fumigado la casa varias veces» y les ofrece «veneno gratis» siempre que quieran pero, para Trini, «eso no es una solución».
Este verano, su hijo tuvo que pasarse un mes durmiendo en el sofá del comedor porque «había una rata muerta en el techo de su habitación». Cada semana, su marido saca de la escayola varios roedores atrapados en las trampas que les pone, «pero donde no llega, ahí se queda el cuerpo». Le ha llegado incluso a salir «una rata como un conejo» por el inodoro, «una serpiente» y «cientos de cucarachas por la campana extractora y los focos» de iluminación, procedentes del falso techo.
La concejala de Urbanismo, Dolores Ceacero, por su parte, asegura que la situación se arreglará «en breve» porque «los propietarios del solar ya se han comprometido a limpiar». Aún así, anuncia, y «por si acaso», el ayuntamiento «seguirá adelante con la ejecución subsidiaria», al tiempo que «busca una alternativa que ofrezca una solución definitiva a un problema que se arrastra desde hace años».
